Balada de un equilibrista

Monólogo

Rumor creciente de siete respiradores en una clínica de maternidad. Luz circular sobre Bartolomé Tous, un empresario de circo con semblante de payaso hipocondríaco. Aparece sentado en una silla formando aros de colores con un cigarrillo, mientras con el mando a distancia del televisor apunta al público. Entre él y la otra silla con una gran pepona hay una mesita con faldones con una botella y una copa. Él bebe sin poder dominar sus emociones. Luego brota el llanto de un crío. El hombre, pálido de altos trapecios sin red, pega un salto, otro gemido lo sienta, otro llanto lo alza, otro lo desploma, otro lo yergue.

Bartolomé.- El poder del mando a distancia deja desierta las gradas de los circos... (Suspira.) Ya nacen, ¿los oyen? Es un llanto triunfal, un himno a los herederos de Hipócrates, también un coro de expectativas... (Suena una cantata de Bach.) No, fuera, quien eso... (Un silencio.) No es un canto a la esperanza, sino a la flor de la fantasía hecha vida. (Otros llantos de bebés.) El claustro de Margarita es un vergel y brotan retoños de equilibristas de humo. ¡Septillizos! (Lee un periódico de letras.) Noticia de primera plana, casi nada. Vivo en siete vidas, siete piruetas de carpa, catorce juegos de manos, ¿báculos?

(El hombre de circo ahoga el coro de gemidos de bebés interpretando una balada con el clarinete. Después Bartolomé Tous se despoja de la chaqueta reversible y la deja en el perchero. También se quita el sombrero y lo depositado en la silla. Y en tirantes y mangas de camisa se esfuma en la oscuridad para regresar con forma de silueta disminuida, sombrero hongo, chupete en la boca y encarándose a la silla.)

Bartolomé: (En su papel de septillizo) Así que usted, que tú eres mi padre, ¿podemos tutearnos, no? (Bebe en su copa.) E irnos por ahí a echar una cana al aire... (Pausa.) Qué ambiente más enrarecido, no, no diga nada, ya desde el interior del claustro sospechábamos algo... ¿Los libros? (Una luz de seguimiento lo descubre trepando por una escalera de tijera a una mueble-librería y hojea libros de contabilidad.) Qué circo más endeudado. ¿Cómo es posible? Vamos a pasar generaciones hipotecados con la deuda... Sí, sí, invirtió los créditos en infraestructuras para funánbulos y domadores de pulgas estelares, nos sabemos el cuento, allá en el seno materno la prole lo tuvo claro. El primero que salga que hable claro al viejo: menos jugar con los senos astrales de Margarita y más abrir rutas inéditas para ventrílocuos de cartel. (Enciende un cigarrillo de la cajetilla del padre.) ¿Por qué me miras sin verme? Claro que soy uno de tus septillizos, pero qué caramba, ¿acaso piensas que soy un tipo del medievo y voy a pedirte la bendición paterna para mi primer viaje por Internet? No seas utópico, papá.

(Sale del aro de luz y regresa en la piel de Bartolomé Tous, aturdido.)

Bartolomé: No es un septillizo, sino un espía de la risa disfrazado de eunuco. (Pausa.) Margarita está pariendo y llena mi cielo de querubines trapecistas. (Juega con los dedos.) Siete mininos tiene mi nena, siete lobitos detrás de mis rentas...

(Alguien silba, reclamándolo. Bartolomé Tous se alza y sale del resplandor, regresando al poco con forma y talante del Septillizo II.)

Bartolomé: (En su papel de septillizo) Mientras los tigres de empresa se reciclan, tú reivindicas un divertimiento ideado por un romano... (Comienaza a hacer pompas de jabón.) Qué horizonte de futuro reservas a tus pequeños clawns. Sé cabal, jubila a los artistas circenses e instala bajo la lona máquinas tragaperras para matar el tiempo.

(Desaparece y en su lugar surge Bartolome Tous, con una mecha y una cerilla de palo largo encendida.)

Bartolomé: La noche de los televisores rotos... (Se oye una explosión y él sale bajo una nube de polvo anaranjada.) Máquinas tragaperras? Ustedes, vosotros, acabáis de abrir un ojo y debéis seguir un proceso: destete, cambio de pañales, parvulario, y más adelante universidad de la pista, másters bajo la lona, noviazgo, qué sé yo, un tipo no puede brincar de la cuna a la conquista de los grandes palacios del entretenimiento, no podéis actuar... (otro llantos de bebés.) Detente, Margarita, es una trampa genética, no alumbras bebés puros y alados, sino lobeznos del asfalto aún con el chupete en la boca...

(El clarinete invita a echar un vistazo a la UCI neonatológica. Obedece Bartolomé Tous, mientras se oye una voz de ginecólogo y surge el Septillizo III con un portafolios con documentos.)

Facultativos.- (Sus voces o sombras.) Los doctores mostramos nuestro estupor por el comportamiento acientífico de los recién llegados. En vez de leche materna, exigen whisky escocés, cigarrillo sin filtro, una
f
sex-symbol para después del desayuno. También los bebés reclaman información puntual sobre el precio oficial del dinero.

Bartolomé: (En su papel del septillizo III.) Anda, anímate, firma los papelorios. Los septillizos, en la propia UCI redactamos: te espera un retiro dorado en las playas de Denia, con tu musa Margarita. Ella sacó a la intemperie siete competidores de nosotros mismos. Además es injusto, uno salió bronceado y con ojos verdes, tendrá más oportunidades en los lechos furtivos. (Pausa.) No seas payaso y firma la reconversión.

(Deposita los papelorios sobre la mesa y se lo traga las sombras. El irónico clarinete anuncia a Bartolomé Tous, que surge, cabizcaído y recoge una pluma de ave a modo de bolígrafo.)

Bartolomé: Firmar o no firmar, qué dice el corazón, pero ¿cuál? ¿Mi corazón paterno, cívico, empresarial, pantomímico? ¿Acaso mi corazón de prestidigitador?

(Extrae del sombrero de copa una paloma que revolotea sobre su cabeza. Él trata de atrapar la paloma y desaparece, surgiendo en su lugar surge el septillizo IV, quien gira la silla y se sienta con el respaldo pegado a su barbilla.)

Bartolomé.- (En la piel del septillizo IV.) Allá en lo más hondo del claustro pensamos en nuestro regalo de nacimiento. No te sorprendas. Acaba de salir al mercado todo un espectáculo de cuatro ruedas. ¡Éste! (Se aferra a los barrotes de la silla como si condujera un vehículo.) Diseñado para competir en las categorías más altas (imita el sonido de Él es el futuro, papá. Su estética y estilo hacen palidecer el mercado. Los faros y el parachoques son una fantasía automovilística. Las llantas y el portón trasero lo hacen muy sexi. Da imagen a quien lo lleva. Es un chasis singular. Su turbodiésel de inyección directa acoquina; su air bag, sosiega; la tapicería, deslumbra; su dirección asistida, maravilla, está al día, roza la plenitud, es el artilugio del año.

(Mientras se apaga el foco que lo ilumina, se oye a una emocionada Margarita.)

Voz de Margarita.- Querido, no puedo creerlo, el último de los septillizos acaba de decirme: resiste, mami, detrás vienen nuevas oleadas de enanos con sombrero hongo y con un salario fijo en el bolsillo, como deber ser en esta era de espledor donde la señorita Tecnología se luce con pases de lujo ante el toro tristón del Paro.

(A mitad de lo perorata surgió Bartolomé Tous, el hombre se ciñe su nariz de clown y toma entre sus brazos a la gran pepona.)

Bartolomé.- Margarita, es la noche de los televisores rotos y el vértigo de los trapecios te reclama.

(Los focos les abren una pista de luz bajo acordes del clarinete.)

Minitelón