El adiós de Elsa

Personaje:
Elsa

Un café de la bohemia noctámbula. Bajo una lámpara hay un individuo con aspecto de maniquí leyendo el periódico, ajeno a la presencia de una estrafalaria mujer que está de pie ante él, con ojos alunados y retorciéndose las manos. Ella es menuda y elegante, de tez muy pálida. Usa lentes y luce un sombrero pasado de moda.

Elsa: Si logro serenarme y dejas de leer el periódico ocuparé una silla y te diré el porqué estoy aquí, en tu cueva literaria... (Espera en vano a que él cierre el periódico, y se sienta.) Esa nota que apareció debajo de la almohada me dejó sin aliento. (Extrae el papel y lee.) O nos vamos los dos o me voy yo solo... (Pausa.) Aquí está la pistola que dejaste junto al papelito. (Extrae el arma y la deja sobre la mesa.) Tengo esas letras grabadas en la frente: O nos vamos los dos o me voy yo solo. (Pausa.) ¿Crees que iba a dejar que te largaras solo al otro barrio? ¿Acaso lo pensaste? ¿Qué concepto tienes de esta ex profesora de lengua y literatura? Tantos años juntos, unidos en nuestras locuras eróticas, haciendo de nuestras depresiones una compañía asociada y anónima, conviviendo bajo la atmósfera de la paranoia literaria y exhibiendo una imaginación cívica inédita en las parejas de poetas. Un estudio, una sola cama, Mozart, velas, dos escritorios. Escribes tú, medito yo, te llega una idea, la aplaudo; logro un hallazgo, aplaudes tú. Me lees, te leo, siempre desde una actitud ética, donde la crítica constructiva era nuestra hada madrina. Si la cosecha de poemas era buena, al margen de si era tuya o mía, lo celebramos con champaña. (Pausa.) En los cafés de tertulia nos recibían como si fuéramos la pareja literaria del año.Todo iba viento en popa, nuestros agentes literarios nos despertaban con sus telefonazos. Libro contratado aquí, libro contratado allá. Y de pronto hallo esta nota y el revólver. (Pausa.) O nos vamos los dos o me voy yo solo...

(Permanece ensimismada, con la diestra en el mentón, hasta que brota una música, que la sorprende felizmente, y se pone de pie y canta.)

¿Qué fue lo que pasó? /Dile a tu paloma/ que nubarrón eclipsó/ tu ensueño de crear./ Somos dos luciérnagas sin cerillas/ bajo un bosque de hojas impresas./ A veces soy un libro en blanco/ y tú una pluma zigzagueante,/ y tu tinta me embriaga y fecunda/ y me hace alumbrar versos/ delgados como hilos./ Si te desmoronas,/ no hay alondra que vuele, ni aurora que relumbre/ en las espaldas del mar./ Aquí estás, con tu copa,/ con tu lápiz afilado,/ a la caza de una idea,/ de un verso irisado y / ligero como el humo./ Aquí, en mi huida,/ está el compañero de viaje,/ el amigo de lecho y tertulia,/ el que me da la mano/ cuando no la pido,/ el que fecunda de sueños/ mis noches de insomnio./ Ese eres tú,/ diseño carnal de mi mejor utopía./Ese eres tú,/ el viajero solidario/ en mis travesías a lo oscuro./ Ese eres tú,/ sonrisa que no falta/ cuando la lágrima/ impone su estado en sitio;/ ese eres tú,/ aunque sólo seas el espejo aliado/ donde nunca asomarán/ los fantasmas que me acosan.

(Cesa la música, Elsa sugiere sorprenderse de su propia canción, esboza una sonrisa ambigua y se sienta, mientras exclama:)

Deja de ocultar la cara tras el periódico y dime que sucedió... ¿Por qué te tienes que ir? ¿Por qué nos tenemos que largar si la vida es un carnaval de besos, poemas y champaña? ¿Por qué? ¡Eh! ¿Tengo yo la culpa? ¿Me leen más que a ti? ¿Firmo más ejemplares que tú en las ferias? ¿Acaso soy más entrevistada por la prensa? ¡Oh, cariño! Habla. Habla. (Pausa.) Habla o... (Hace mención de darle un revés al periódico donde se atrinchera él.) En esta mesa me sedujiste con un poema de amor. (Le ofrece un clavel rojo de tallo largo.) Toma, toma... (Se encoge de hombros y gesticula con la flor.) Es una situación muy fuerte la que has creado. Tan fuerte que nos están dejando solos. Sí, ya apenas queda alguien en el café. ¡Casi nadie! De modo que ahora podemos hablar. (Pausa.) ¡Puerco! Sí, puerco, y ya no aguanto más. ¿Una pareja de poetas cívicos? Una mierda de poetas es lo que somos. ¿Agentes literarios, entrevistas, reediciones? Somos unos fantoches de poetas adscritos a la última etiqueta. ¿Ahora qué toca? ¿Posmodernos, minimalistas, miniaturistas? Siempre en busca del fuego sagrado de la palabra única. Nada de cadencia, nada de emoción, sintaxis desnuda... ¿Qué? ¿Es ésa nuestra última bandera? (Pausa.) Hemos publicado poco y mal y en nuestro fantástico nido de amor sólo hay, ¡eso!, basura de versos vacíos. (Irónica.) Un lecho, dos escritorios, Mozart, velas, champaña... Cuánta energía de ficción malgastada. (Pausa.) Siempre me pareció que tus garabatos tendrían más utilidad pública como papel higiénico. Además, chupabas de mí. ¡Mierda! No podía contarte una idea, una intuición, un proyecto de escritura porque al día siguiente me encontraba que ya lo habías materializado, aunque, claro, con torpeza única. (Coge la botella y se sirve una copa.) Y no digamos cuando te descubría de madrugada, de puntillas, hurgando en mis papeles, (Otro matiz.) El plagiador... (Se deja caer en la silla.) En mi cama tenía a un delincuente de las letras. Hacía el amor con un contrabandista del verso. (Bebe.) Acepto que no salía de mi crisis. Y pensé que mi odio quizás sirviera de válvula de escape porque el motor de arranque de mi imaginación estaba averiado. (Bebe.) Odio y amor son fuentes de energía, pero eres el don Bobo de la modernidad, pues ni odiándote saco algo de ti. ¿De qué estás hecho? ¿De basura poética? (Bebe.) Quieres dar la cara. ¿Quieres cerrar el periódico y mostrarte tal cuál? No, no tienes valor. Pero ahora que estamos frente a frente en tu "bohemio agujero" te voy a... (Relee la nota.) O nos vamos los dos o me voy yo solo. ¡Hijo de puta! Pero ¿cómo se te ocurrió escribir esa porquería y dejar un arma de fuego al lado. (Solloza.) Dijiste: con algo de suerte, esta individualista de pelo corto y miope se vuela la tapa de los sesos. (Pausa. Asombrada.) Ahora que caigo, perpetrabas un crimen. ¡Claro! (Se pone en pie.) Estamos ante un proyecto de crimen perfecto. (Se sienta.) ¡Asesino! Ahora veo tu lógica criminal. (Pausa.) Este ángel de las vanguardias, con sus largos vestidos y su sombrero extravagante es capaz de picar en el anzuelo y pegarse un tiro, ¡Siempre fue una excéntrica! (Toma el teléfono.) Ahora mismo telefoneo a la policía... (Marca un número.) ¿Jefatura? Estén al tanto que un mercachifle de las artes ensaya un crimen. (Desconecta.) ¡Saca los ojos de ahí! (Enciende un cigarrillo.) A lo mejor leí mal. Claro. Con tres dioptrías de menos. (Se calza lentes, y lee.) O nos vamos los dos o me voy yo solo... (Pausa.) No, esto no puede ser. (Pausa.) Veamos... Sujeto "los dos"... (Pausa.) "nos" dativo ético... (Pausa.) Estamos ante dos oraciones... ¡No! Estamos ante unafelonía que hay que castigar... (Toma la pistola, encañona al hombre del periódico y dispara; éste se desploma sobre la mesa. Un silencio. Luces íntimas. Más tarde suena el timbre del teléfono, ella duda, mira inquieta en torno suyo y lo coge.) ¿Eres tú, amor? ¿Qué tal el día? ¿Una óptima cosecha? Sí, si, salgo en un taxi para casa y me lees tus nuevos poemas... (Se yergue, extrae con nerviosismo dinero de su bolso y arroja unos billetes sobre la víctima mientras dice:) Hoy no le puedo dar más, gracias y hasta la próxima... ¡Sí! Hasta la próxima. Y ahora, adiós, adiós, adiós...

(La mujer sale del café mientras la víctima endereza el busto, recoge los billetes, los cuenta minuciosamente, esboza una mueca de conformidad y se los guarda en la cartera. Suben las luces, y el hombre vuelve a ser el maniquí del principio, ocultando su rostro tras las páginas entreabiertas del periódico.)

OSCURIDAD