La marquesa de La Habana
Obra completa
Comedia musical
Dos actos
Original de
Eduardo Quiles
Personajes
Don Dámaso
Gala
Señor de los Impuestos
Pollo Nocturno
Transformista
Don Ramón de Ramones
Flor de Lis
Marquesa de La Habana
Coleccionista
Don Wenceslao
El Caballero de París
Maniquíes
Coro
ACTO PRIMERO
Un foco de seguimiento enrojece la faz del Señor de los Impuestos.
Un tic azota su legal jeta de posmoderno alcabalero. Va trajeado y remata su
estampa con sombrero y portafolios bajo el brazo.
Música.
SEÑOR DE LOS IMPUESTOS:
Saludos de Su Graciosa Majestad el Impuesto,
quien no deprima sus bolsillos déjole tieso.
La flor del deleite asoma entre mis dientes:
es un orgasmo conjugar el verbo apremiar,
y este cafetín de ciudadanía residual,
hoy es floral día fiscal para clausurar.
¿Abrir puertas a salones del diálogo
o precintar cafés con ecos del pasado?
¡Un dilema para un predicador del fisco!
Murmurarán a coro ciudadanos listos.
(Surge el propietario con bandeja, botella y copa. Don Dámaso es en
apariencia un residuo humano; sordo, a veces; chepudo siempre, de voz quebrada
y paso renqueante. Su silueta se filma repetidamente en el alma de los cristales
de El Gato Verde.)
DON DÁMASO: Siga bailando, Ilustrísima, que habrá tiempo
para oscurecer este café de contertulios iluminados. (Sirve una copa
al Señor de los Impuestos y luego don Dámaso se aleja, bamboleándose,
con un quinqué en la mano.) Hasta la luz eléctrica amenazan cortar.
(Suspira.) Ah, qué día más funesto para el café
musical que marcó una época. (Quita una hoja a un grotesco calendario.)
Mil novecientos treinta y tantos... (Coge un periódico, se calza las
antiparras, acerca el quinqué y lo hojea.) Nace un bebé extra-
parlamentario fruto de un embrión congelado. (Pausa.) Paparruchas. (Pausa.)
No entiendo nada. ¿Será por este calendario de días revueltos?
(Arranca hoja tras hoja, en tanto el Señor de los Impuestos canturrea y baila.)
SEÑOR DE LOS IMPUESTOS
Mi loco corazón recaudatorio sugiere:
cierra o entorna tu ojo calculador.
Pero la mística de la cobranza efectiva
dicta: precinta, sella y clausura,
oh, fiel patriota del caudal público.
¿Qué hacer con mi deber o quehacer?
Por las eximias barbas del Tesoro,
husmear y cobrar es mi santo oficio.
Callo, pues, y me calo el sombrero,
y acecho, pego un trago y me inhibo.
(El visitante cesa de cantar, va a una mesa, se acomoda y bebe su copa, mientras don Dámaso va de un lado a otro, bamboleándose.)
DON DÁMASO: El Señor de los Impuestos quiere cerrar mi local sólo porque llevo días o años sin tributar. Qué poca alma tienen algunas almas institucionalizadas. (Duda, reflexiona y se traslada a un ángulo del café donde una luz cenital alumbra a un maniquí ante un caballete.) Pablo, paisano, dilo tú: ¿Cuánta imaginería pictórica te cedió El Gato Verde? (Al visitante.) A Picasso no se le puede dejar a la intemperie. (Se ilumina otro maniquí.) Luisito, confiesa que en esta mesa cazaste la idea para tu guión de Un chien andalou. Por los tambores de Calanda, díselo o su Señoría nos pondrá de patitas en la calle. (Don Dámaso se traslada a otra área de luz y se encara a otro maniquí.) Salvador, saca de la ruina a este Music-Hall que alimentó tu bohemia. (Ojos eróticos.) El señor tesorero ignora que aquí le birlaste la musa a Paul Eluard.
(En el miniescenario surge una sombra chinesca; es una singular dama del superrealismo, fumando en su larga pipa.)
GALA: (Su voz.) Es cierto, monsieur. Abandoné a Paul por Dalí,
y eso que Buñuel se burlaba de mis piernas.
DON DÁMASO: ¿La oye? Es Gala, una sílfide de la poesía
y el lienzo.
(Se apaga el foco de Gala.)
SEÑOR DE LOS I: Yo no veo nada.
DON DÁMASO: Porque tiene la copa casi intacta. (Sirve más licor.)
¿Ve esa mancha relampagueante tras el mostrador? A Juan Gris se le olvidó
firmarla, si no, servidor, tributaría con esa tela.
SEÑOR DE LOS I: Yo no veo nada.
DON DÁMASO: Oiga, ¿le gustaría que... ? (Pausa. Eleva el
tono de voz, mientras se ilumina un maniquí leyendo un libro.) Don Ramón,
Ramoncín, aquí el señor recaba de tu insigne pluma una
parida a modo de greguería.
(Hipa el visitante, se encoleriza, vuelca la copa y se alza, algo ebrio.)
SEÑOR DE LOS I: Deje de incordiarme con sus entelequias del pasado. Tiene 48 horas para saldar su deuda con la Hacienda Pública. (Recoge su portafolios y acopla el sombrero a la sien.) Libérese de esos fantasmas.
(Señala rostros de iluminados maniquíes y, zigzagueante, tantea la salida. Don Dámaso pisa sus huellas.)
DON DÁMASO: ¿Fantasmas? Usted si que es una fantasía pública. El Gato Verde es mi agujero y tengo la fecha que se me antoja. (El centinela del fisco no se inmuta.) Usted puede cerrar establecimientos; pero precintar sueños es anticonstitucional, y me voy a querellar.
(El Señor de los Impuestos compone una mueca filibustera, y sale. Entonces se ilumina el teatrillo y Gala es ahora una difusa soprano con una flor en el pelo, que canta un aria. Luego se apaga su foco, y don Dámaso busca a la cantante, guiándose con su quinqué.)
DON DÁMASO: Qué voz. De El Gato Verde a la Scala. Lo garantizo.
(El miniescenario cobra un fulgor de cabaré. Don Dámaso ocupa una silla y se le van los ojos tras la silueta del sombrero canotié y del bastón de claqué.)
Música
TRANSFORMISTA:
En mi cartera duermen tarjetas de visita
con nombres estelares que mueven a risa.
Correveidile, cuentavidas, transformista.
¿Y los títulos? ¡Eh! ¿Y los honores?
Licenciado en la universidad del Chisme.
Honoris Causa por la Fundación del Rumor.
Admito como agradecido y bien nacido,
que en El Gato Verde me hice histrión.
Cambio de alma y percha de una pirueta,
visto y desvisto al público en un santiamén.
Mi droga dura es vivir vidas ajenas,
pues me hice y rehice en este cubil
donde los ratones son clientes de primera.
Qué le hemos de hacer, si esto es cabaré.
(Cambio de luz. El Transformista deja de cantar al reparar en la humillante
pantomima que realiza un cliente con un teléfono de niebla.)
JOVEN: Pagos y atrasos, ¿dígame? Lo siento, comunican, llame luego.
(Bebe.)
TRANSFORMISTA: Pollo Nocturno, ese tango te va a encanallar el alma. Olvídalo.
POLLO NOCTURNO: Pollo Nocturno es el personaje de un proyecto de novela fruto
de mi insomnio. (Bebe.)
TRANSFORMISTA: Redacta en tus neuronas: Soy Pollo Nocturno, rey de los sueños.
POLLO NOCTURNO: Yo sólo tengo un sueño: renovar la novela negra.
TRANSFORMISTA: Introdúcete en la piel de tu personaje. No olvides que
el duende de la estética y la musa de la existencia son amantes.
POLLO NOCTURNO: (Bebiendo.) Déjame emborracharme.
TRANSFORMISTA: No aquí, pues.
Música.
TRANSFORMISTA:
En estas tablas, bajo sus luces,
di mis primeros pasos de baile
coreografidas por un bastón
de un epígono de Fred Astaire
Colega, dijo, olvida la leyenda de la sala,
y que bulla y reine el duende del cabaré.
Cierto que nunca levantó cabeza,
un golpe de muerte amenaza al café.
Aunque yo, Transformita de mi caras,
ofrezco mi patrimonio de parodias
y nuestra ágora y cenáculo cafeteril
no lo silenciará ningún mandarín.
(Pausa.)
POLLO NOCTURNO: ¡Bah! Déjame emborracharme.
TRANSFORMISTA: Si Pollo Nocturno es el gran personaje en la cueva de tu fantasía,
debe serlo también en lo cotidiano. (Pausa.) Literato, óyeme,
que los ingenios de la época convirtieron aquí sus cátedras
en tertulias.
POLLO NOCTURNO: Transformista, eres el Sumo Retórico de la preceptiva
de lo vivencial.
TRANSFORMISTA: Qué despilfarro. Sólo tienes ojos en la nuca.
POLLO NOCTURNO: Como no alumbre la antinovela negra de mi tiempo, te llevaré
al juzgado de guardia por tahúr de la estética. (Bebe.)
TRANSFORMISTA: Estás pletórico de recursos... y tu cresta posmoderna
apabulla, de veras, Pollo Nocturno, pasma.
(Otras luces. Música.)
POLLO NOCTURNO
Este Transformista es un cuentista,
si no deduzcan por ustedes mismos:
mi seguridad interior es de trapo,
mi destino parejo a un escarabajo,
y un soso pavo real de café-bar
se pavonea de mis infortunios y se
regodea en llamarme Pollo Nocturno.
Malabarista de ensueños,
¿a cuánta fantasía rota
sembraste de señuelos?
Mi realidad personal es
una crisis de identidad,
dudas en lo vocacional.
Se sabe que no escribo,
se cree que no escribo,
se dice que no escribo,
y un taumaturgo de café
canturrea con su saxofón
que soy as en la ficción.
Malabarista de ensueños,
¿a cuánta fantasía rota
sembraste de señuelos?
Mi corazón acepta ese tango,
y mis pies anhelan bailarlo;
pero se cae el espectáculo
al negarse la inspiración
ceder insólitos párrafos.
Amigo, no magnifiques, pues,
y deja a un náufrago beber.
Pagos y atrasos, ¿dígame?
Comunican, llame otra vez.
(Cambia la luz a la par que la silueta del Transformista dibuja con el saxofón una atmósfera del más allá. A continuación un jadeo musical encoge el ánimo a los maniquíes de El Gato Verde, mientras Don Dámaso, cojeando de susto y quinqué en mano sale al paso de los pasos que resuenan en el umbral.)
DON DÁMASO: ¿Quién es?
DESCONOCIDO: Un aparecido.
DON DÁMASO: ¿Aparecido o ido?
DESCONOCIDO: ¿Quién está ido?
DON DÁMASO: Mi oído.
DESCONOCIDO: Soy Ramón.
DON DÁMASO: ¿Qué Ramón?
DESCONOCIDO: La reencarnación de los Ramones que secuestraron la vida
para llevarla a los cafés de tertulia. (Pausa.) Soy, pues, don Ramón
de Ramones...
DON DÁMASO: Bajo su monóculo brilla la grandeza de un parlamentario
de café.
RAMÓN DE R: Escribía en un café del otro barrio... afilando
entre nubes el ingenio... en pos de una novísima estética. cuando
intuí que en esta Bola Traidora se conspiraba contra El Gato Verde. (Pausa.)
Aquí está el edicto. (Entresaca de sus barbas un papelorio.)
DON DÁMASO: Don Ramón, contertulio impenitente, la eternidad le
debe este chivatazo. (Pausa.) Lea, pues, el documento, que los años tejen
telarañas en mis ojos.
RAMÓN DE R: (Calzándose lentes de miope.) E el juzgado de tercera
instancia número l7 de nuestra ciudad, se da la orden de embargo contra
El Gato Verde, local nimbado de leyenda por ser lugar de cita y encuentro de
una fauna estrafalaria censada en la república de las malas artes. (Pausa.)
Esta orden, fruto de la deshumanización, me hizo volver a la vida.
DON DÁMASO: ¿Ida? Don Ramón, ida sólo está la vida.
RAMÓN DE R: Y como hasta la fecha...
DON DÁMASO: Don Ramón, ácrata y mito de café, usted
es más que un resucitado. Usted es una creatividad viva del momento.
RAMÓN DE R: Y como hasta la fecha no hubo forma administrativa ni humana
de conocer la afloración fiscal de activos y pasivos, el Magistrado Juez
ordena que se embargue, precinte y a posteriori una excavadora derribe el señalado
inmueble que amenaza ruina.
DON DÁMASO: ¡Malos hígados! El Gato Verde siempre fue receptáculo
de las ideas al día, y van a derruir (solloza.) este museo del diálogo.
Qué falta de conciencia museística.
(A los maniquíes contertulios.) Señores, ahoguemos el desencanto
con champán. (Pausa.) Camareros, champán francés.
(Él mismo descorcha una botella y sirve copas.)
RAMÓN DE R: Por este gato teatrólogo.
(Brindan.)
DON DÁMASO: Don Ramón, adórnese con el apellido egregio
que guste, pero evite la muerte de El Gato Verde.
RAMÓN DE R: Rápido. Hay que publicitar la agonía que aqueja
a tan singular felino. (Pose de memorialista coronado mientras extrae pluma
y papel.) A la opinión pública, dos puntos...
DON DÁMASO: Al grano.
RAMÓN DE R: Calma. (Pausa.) Si una mano filantrópica no lo evita,
El Gato Verde, salón de la holganza espiritual, como diría mi
afamado tocayo, se convertirá en un salón de escombros. (Pausa.)
Don Dámaso, inserte estas líneas en la prensa.
(Don Dámaso se yergue, enajenado, acerca el quinqué a una antorcha y aúlla.)
DON DÁMASO: ¡Fuego!
(Declinan luces. Brilla la imagen de don Dámaso con la antorcha en la mano, vomitando frases ininteligibles.)
RAMÓN DE R: La publicidad espera.
DON DÁMASO: Fuego antes que una infernal máquina mancille con
sus dientes de hierro la sagrada cripta de El Gato Verde.
(Nota musical, y surge el Transformista sobre un punto de luz .)
TRANSFORMISTA: Déme esa antorcha, don Dámaso... y concédame
una tregua.
DON DÁMASO: ¿A cambio de qué?
TRANSFORMISTA: A cambio de que Miss Filantropía visite El Gato Verde
para desendeudarlo.
DON DÁMASO: ¿Y quién la persuadirá para que nos
eche una mano?
TRANSFORMISTA: ¡Oh, pues...!
DON DÁMASO: !El Transformista! (Se relaja.) Aplazo el incendio. (Sopla
sobre la antorcha y alza la voz.) Cuentavidas, ve, busca y no vuelvas sin tan
egregia dama.
(Penumbra. Le responden unas notas de saxofón, y ambos contertulios se cogen de la mano, con la mirada húmeda. Ahora hay un juego de luces bajo el silbido de un viento invernal. Y junto a una farola, en la noche fría y suburbial, aparece el Transformista, que luce lazo de pajarita y hurga con el bastón de claqué en un bulto acurrucado entre residuos y bolsas de basura. A lo lejos, aúlla una ambulancia.)
TRANSFORMISTA: ¿Quién respira entre la inmundicia? (Retira unos
cartones con el bastón y surge un cráneo de mujer madura hecho
un carámbano.) ¡Vaya! Si es Anita Farolas. (Escandalizado.) Te
parece un acto social exhibir tu desamparo en el asfalto?
ANITA FAROLAS: ¿Quieres lotería? (Muestra unos billetes.) ¿No?
Pues déjame estirar la pata, carajo.
TRANSFORMISTA: ¿Oyes esa ambulancia? Tiene prisa por quitarse de encima
otro hueso patidifuso.
(Ella se yergue y bracea, torpe, desentumeciéndose los huesos.)
ANITA FAROLAS: Qué tiempos, leche. (Pausa.) ¿No serás
un recaudador? ¿Quieres que haga la declaración de renta antes
de hincar el pico?
TRANSFORMISTA: Exijo una chispa de talento hasta para quedarse tieso. (La examina.) ¿Morir de frío en la época del ordenador? Qué grieta
en el cerebelo, Farolas.
ANITA FAROLAS: Si fuera parienta de Bill Gates.
TRANSFORMISTA: ¿Y tu coco triquiñuelo? Utilízalo. (Sibilino.)
Si quisieras podrías ser una dama.
ANITA FAROLAS: ¿Qué dama?
TRANSFORMISTA: Pues no sé, déjame pensar.
ANITA FAROLAS: ¿Me compras este habano? Es auténtico. De La Habana.
TRANSFORMISTA: ¿De La Habana, eh? (Se le agrandan los ojos.)
ANITA FAROLAS: ¿Qué te pasa?
TRANSFORMISTA: Estoy pensando.
ANITA FAROLAS: ¿Qué te ocurre?
TRANSFORMISTA: Nada, marquesa de La Habana.
ANITA FAROLAS: (Atónita.) ¿Marquesa de La Habana, yo?
TRANSFORMISTA: Para un cenáculo de cantamañanas.
ANITA FAROLAS: ¿Marquesa de La Habana, yo?
TRANSFORMISTA: ¿Y por qué no, eh? ¿Y por qué no?
Música. Canta y baila con él.
¿No tienes pelas? Dios, qué percance.
Mentes despiertas y de lengua fácil
un mundo de bienes tienen a su alcance.
Señor dinero acapara prestigio social.
¿Qué esperas, pues? Lígatelo de una vez.
Alardea sin remilgos de bolsa monetaria
oculta en un arca rococó u ordinaria.
Los medios dirán que una dama
a ritmo de salsa arribó de La Habana.
Y en los cenáculos del vino y la poesía
figurones y eunucos hincarán la rodilla.
Qué ilusión. Una damisela del Caribe
es musa y líder de bohemias en declive.
(Anita Farolas canta y baila con el Transformista.)
Oídme, la Bolsa es mi paraíso azul
y sus agentes me mecen con su laúd.
Mi principio ilustrado de moral
es dar golpes de mano a la realidad.
Soy una flor tropical de invernadero,
una brisa de amor es lo que deseo.
Abrid una puerta del cotarro social
a una mecenas de línea ejemplar.
Qué ilusión. Una damisela del Caribe
es musa y líder de bohemias en declive.
(Se borra la coreografía. Luz de madrugada.)
TRANSFORMISTA: Farolas, ya relumbra tu jeta como una caracola de mar.
¿Oyes esa sirena? La ambulancia torció el rumbo en pos de otro
hueso difunto.
(Lleva la mano al sombrero.) Adiós.
ANITA FAROLAS: Es un tipo raro, eh.
(Se para el Transformista, dobla la frente, cavila, regresa y toma a Anita Farolas del brazo, trasladándola a otro punto de luz. Chorrea un hiperrealismo en torno a un baúl, un perchero y un gran espejo enmarcado, sin cristal. El Transformista, igual que un prestidigitador, exhibe ropa de fantasía.)
TRANSFORMISTA: Esta peluca de una actriz de leyenda. Lúcela.
(Se la ciñe mientras ella se observa en el espejo.)
ANITA AFAROLAS: ¿Quién diablo eres?
TRANSFORMISTA: Un juerguista que hace juegos de magia con la metafísica.
(Le enseña un falso abrigo de visón.) Clásico y moderno,
eh. (Introduce el abrigo en el esqueleto de ella.) Mírala... la mísmisima
Gran Marquesa de La Habana.
ANITA FAROLAS: ¡Bah! Déjame en paz, embaucador.
(El Transformista descuelga del perchero un original sombrero con flores.)
TRANSFORMISTA: Y este sombrero... (Lo ajusta a la sien de ella.)
ANITA FAROLAS: Largo de aquí.
TRANSFORMISTA: (Retrocede, la examina y silba.)
Ni la duquesa del Mediterráneo.
ANITA FAROLAS: (Sin dejar de mirarse en el espejo.)
Chismorrea con otra, piropea a tu puta. No estoy para mojigangas. (Ahoga una
pena.) sino para irme al infierno; pero allí la armo. (Rumia un juramento.)
TRANSFORMISTA: La falta de estímulos te quitaba el aliento.
ANITA FAROLAS: ¿Y tú qué sabes, mercachifle?
TRANSFORMISTA: Me doctoré en ciencias ocultas. (Saca un papel y redacta
una dirección.) Ahora eres la Gran Marquesa de La Habana y vas a evitar
por unas horas la quiebra de un café de utópicos. Ve, marquesa.
(Le entrega la dirección.) En El Gato Verde te harán un homenaje.
(La mira en silencio.) ¿Lo pactamos?
(Ella reflexiona, se detiene y desfila ante el espejo.)
ANITA FAROLAS: La caricatura de Greta Garbo en el espejo.
TRANSFORMISTA: (Anhelante.) Lo pactamos?
ANITA FAROLAS: ¿No quieres lotería?
TRANSFORMISTA: ¡Marquesa de La Habana!
ANITA FAROLAS: Pactado queda.
(El Transformista, tímido, se acerca a la mujer, eleva su barbilla y la besa.)
TRANSFORMISTA: ¡Salud, marquesa!
ANITA FAROLAS: (Echa un lío de emociones.) Es un tipo raro, eh.
(Luces y sombras en El Gato Verde. Un sollozo femenino alza de la silla a Don Dámaso, quien se acerca, quinqué en mano, a una mesa donde lagrimea una lírica golfa de ojos celestes.)
DON DÁMASO: Muchacha, en esa mesa un contertulio ilustre exclamó:
dudo, pues discrepo. (Pausa.) Y ahora te mira desde ese espejo.
ELLA: (Reprimiendo el llanto.) ¿Qué espejo?
DON DÁMASO: Aquél, el del marco de caoba.
ELLA: Me arruiné, don Dámaso, me quedé con una mano delante
y otra detrás.
DON DÁMASO: Perfecto. Fundaremos la sociedad de la mano delante y otra
detrás.
ELLA: Don Dámaso, mi modesta boutique quebró. Y yo con unas tijeras
y unos retales diseñaba la última moda del barrio. (Enjuga lágrimas.)
Necesito un millón para sacar el negocio a flote. (Lloriquea.) Así
que me dije: por una noche te llamas Flor de Lis y vales un millón.
DON DÁMASO: (Con una luz de viejo sátiro.) ¿Y qué
noche de parranda será esa, muchacha?
FLOR DE LIS: La que se nos viene encima. (Solloza.) Y pagaré la hipoteca.
DON DÁMASO: (A un maniquí) Ah, qué mundo éste, Rafael.
(Pausa.) Pero sigue, sigue imaginando marineros en el asfalto.
(Don Dámaso, cojeando, se aleja mientras ella vislumbra al pronto a Pollo Nocturno y, coquetuela, adoptando un aire de hetaira de lujo, se dirige a su mesa.)
FLOR DE LIS: Oiga, señor, me llamo Flor de Lis y valgo un millón.
POLLO NOCTURNO: (Flotando en una nube de alcohol.) ¿No ves que hablo
por teléfono? (Lúcido.) ¿Qué dices?
FLOR DE LIS: Que me llamo Flor de Lis y valgo un millón. (Tragicómica
actitud erótica.) ¿Su cuenta corriente lo rebasa?
(Se alza él, precipitado, pero la borrachera lo tambalea. Entonces descuelga el telefóno de su inconsciente y se oye con fuerza que comunica.)
POLLO NOCTURNO: Lo necesito, Flor de Lis , llévame al huerto.
(Toma a la joven de la mano y, mientras desfilan hacia la puerta, ella susurra.)
FLOR DE LIS: Pero, señor, recuerde que entrar en mi huerto vale un millón.
(Mientras sale la pareja, la sombra del Transformista con su saxofón los despide con una balada. Más tarde se ve a don Dámaso dirigirse a un maniquí que fuma en pipa.)
DON DÁMASO: ¿Usted vio lo que yo vi? (Examina la faz del maniquí.) Pollo Nocturno se engolfa, pero no de estética y se liga a una tal Flor de Lis . Y él, como aconsejaría un ilustre don Ramón, debería estar sentado en medio de la vida; pero no, prefiere sentarse sobre las nalgas de esa flor. (A otro maniquí.) Qué tiempos, Don Ramón. Usted con los bolsillos rotos y con pocos estrenos, y yo...
(Las luces se vuelven íntimas, acariciando la piel de la penumbra, que invita a un sueño. Y pronto se oye un concierto de ronquidos. Orfeo acuna a los contertulios, mientras el tic tac del reloj del café habla del paso del tiempo. Focos de cabaré abren de pronto su luz sobre el miniescenario. Música)
FLOR DE LIS:
Canalla. Engañaputas.
En vez de un millón,
me deja una dirección.
¿Acaso ignora el dandi
que en este oficio
se paga al contado?
Si no acepta y respeta
el precio del mercado
alentará la inflacción.
Dandi, sin tapujos hay
que rendir más halagos
a una Venus de lujo.
El diálogo de cuerpos
no fue una abstracción.
Ni una utopía de sábanas
ni una seudorrelación.
Por la vía del alcohol
nos topamos con un amor
donde el señor que milita
paga al contado y sin IVA.
Y fui blanda, descuidada.
¿Acaso una puta irresoluta?
Controlo mi ingenuidad,
mi erotismo de operata
o no recaudo una peseta.
Pero, ay de mi, carezco
de toda infraestructura
y de lúcidos asesores
que presten cobertura.
Y así me veo desflorada
por un guaperas de café
que rehusó el pago
del erótico intercambio.
Ah, Flor de Lis, cuántas
crédulas y bobas hay.
(Luz y música cobran ahora un matiz onírico. Y en un banco, junto a una farola ochocentista está sentado el Transformista, con el sombrero canotié sobre las cejas, ajeno al fulgor astral de la noche. Aparece Flor de Lis, pisando fuerte con sus tacones de charol.)
FLOR DE LIS: ¡Amoral! Explotador de doncellas sin doncel.
TRANSFORMISTA: Sin chulo de cafetín, querrás decir.
FLOR DE LIS: ¡Eh! ¿Quién se cree que soy?
TRANSFORMISTA: Una dama de la noche que no tuvo su noche. Pero sonríe,
eres el arco iris del sueño.
(Ella, alentada, se sienta en el banco.)
FLOR DE LIS: Usted no sabe quién soy.
TRANSFORMISTA: Soy pájaro viejo, mademoiselle. (Pausa.) Te dedicas al
arte.
FLOR DE LIS: (Mohína.) Al arte de...
TRANSFORMISTA: Seguro que tu arte libera. Entonces arte es.
FLOR DE LIS: Me llamo Flor de Lis y cobro un millón por...
TRANSFORMISTA: ¿Por?
FLOR DE LIS: Función. (Pausa.) Hice una...
TRANSFORMISTA: ¿Función?
FLOR DE LIS: (Afirmando con el mentón.) Y no me pagaron. al menos al
contado. (Suspira y observa a su interlocutor.) ¿Y usted quién
es? ¿Y por qué está de madrugada en... ?
TRANSFORMISTA: Soy lo que haga falta. (Cavila.) Y estoy donde se me necesite.
(Pausa.) Flor de Lis, tú no puedes ir por la vida sin cobertura.
FLOR DE LIS: ¡Oh! ¿Cómo lo sabe? (Perpleja.) Y habla con
mis propias palabras.. (Pausa.) ¿Quién es usted?
TRANSFORMISTA: Si me lo permites tu ángel municipal de la guarda.
FLOR DE LIS: ¿Es que ganaron las elecciones los ediles de El Gato Verde?
TRANSFORMISTA: En nuestro senado tertuliano siempre hay una silla para la utopía.
(Ceremonioso.) Por unanimidad te nombramos Camarera Mayor de El Gato Verde.
(Otro matiz.) Ya no vales un millón.
FLOR DE LIS: ¡Ah! Ya no valgo un millón. (Pausa.) Es usted un mago
honrado. (Lo besa.) Pero no sé su nombre.
(El Transformista, a modo de saludo, ejecuta una pirueta de virtuoso del claqué.)
TRANSFORMISTA: Signore Cuentavidas, a sus pies. ¡Rápido, a fichar!
FLOR DE LIS: Un empleo. (Da pasos de ballet.) Gracias, mi ángel municipal
de la guarda. Trabajaré, ahorraré y volveré a ser la Coco
Chanel de mi calle.
TRANSFORMISTA: Deprisa. Que ya sonó tu hora laboral.
(Ella hace una reverencia bajo un juego de luces y suena el tic tac del reloj del Gato Verde. Ahora lámparas de gas iluminan la mesa principal de tertulias, donde maniquíes y clientes charlotean.)
DON DÁMASO: Camarera Mayor de El Gato Verde, no es usted puntual.
FLOR DE LIS: (Surgiendo con bandeja y botella.) Perdón, es que perdí
el autobús y...
DON DÁMASO: Le presento a mis contertulios, y en especial a don Ramón
de Ramones.
RAMÓN DE R: Qué flor de criatura.
FLOR DE LIS: Señoría.
DON DÁMASO: Siéntate, Flor de Lis. (Pausa.) Don Ramón de
Ramones, el Transformista nos ha fallado. (Pausa.) Haga usted algo.
RAMÓN DE R: (Esbozando un gesto de reflexión y escribiendo.) Ante
la amenaza de embargo que pesa sobre El Gato Verde, se reúnen hoy Sumos
Pontífices de los cafés de tertulia, con el apoyo de las fantasías
más críticas y la solidaridad de la Tercera Bohemia Internacional,
y se acuerda... (Ojos en blanco.) ¿Qué se acuerda?
(Entra Pollo Nocturno en el café.)
POLLO NOCTURNO: Hacer prevalecer el rito de la tertulia.
FLOR DE LIS: Pollo, te voy a desangrar.
(Ella se alza de su silla, que cae, y se abalanza, cuchillo en mano, contra Pollo Nocturno. Los contertulios, de pie, rodean a la pareja.)
POLLO NOCTURNO: Atrévete.
(Sugerencia de danza-pantomima. Flor de Lis lanza cuchilladas, que él esquiva con sonrisa machista bajo gritos de ánimo de los contertulios.)
CORO:
¡Bravo, Flor de Lis!
a este pájaro de paso
desplúmalo de un zarpazo.
FLOR DE LIS: Pollo, aquí se acaba tu quiquiriquí.
POLLO NOCTURNO: Tú eres una gallina más que me llevé al
pajar.
CORO:
Pío, pío,
este pavo de letras
es un cretino.
(Se oyen pasos en la puerta bajo un ritmo afrocubano. Cesa la pelea coreográfica.)
RAMÓN DE R: ¿Quién es?
VOZ DE MUJER: La Gran Marquesa de La Habana.
CORO: ¿De la Habana?
MARQUESA DE LA H: Sitio en la tertulia para la magna mecenas de las Antillas.
DON DÁMASO: Transformista, ¡eres Dios!
CORO: ¡Rumba!
(Se insinúa una música. Entre el coro de contertulios, se mezclan siluetas, reales o surreales, de negros, mulatos y jabaos.)
DON RAMÓN DE R: ¿Rumba?
CORO: Zun-zun Babaé.
FLOR DE LIS: (Soltando el cuchillo.) ¿Tambores batá?
CORO: Obiní Batá.
POLLO NOCTURNO: ¿La negra Merced?
CORO: Babalú también.
(Tambores, baile y desenfreno musical.)
MARQUESA DE LA H: ¡Basta! (Silencio de sopetón.) Dije un sitio
para...
DON DÁMASO: Marquesa, ni un paso más. Usted debe ser recibida
en El Gato Verde bajo palio. (Pausa.) Deprisa, el palio.
(Todo el mundo se moviliza e improvisan un apolillado mueble con colgaduras.)
FLOR DE LIS: Cuando gustéis.
(Anita Farolas desfila bajo palio.)
MARQUESA DE LA H: Nadie hizo inada igual, ni siquiera en Cayo Hueso, donde
abrí los ojos a la vida.
RAMÓN DE R: El Gato Verde pone en su lugar a su mecenas y la nombra primera
dama de la cueva de los creativos.
MARQUESA DE LA H: ¿No será un sueño?
DON DÁMASO: En este cenáculo, los sueños son ciudadanos
de primera. (Pausa) Señora, muy reconocidos por los millones que piensa
aportar.
CORO: ¡Viva la Marquesa de La Habana!
(Se dispara la coreografía. El júbilo es la estrella superestar del bailongo.)
POLLO NOCTURNO: ¡Silencio!
(Todos quedan estáticos.)
MARQUESA DE LA H: ¿Quién es este Rodolfo Valentino con aspecto
de poeta novísimo?
POLLO NOCTURNO: Ilustrísima, El Gato Verde da sus últimos coletazos.
No malgaste sus dólares y cásese conmigo.
CORO: ¡Oh!
RAMÓN DE R: En el santuario de las tertulias debería prohibirse
el paso a los gigolós.
(Inopinadamente, Flor de Lis se echa a llorar.)
CORO: ¿Por qué lloras?
FLOR DE LIS: Pollo Nocturno, no hagas eso. (Le acaricia una mejilla.) No te
guardo rencor, de veras, pareces el sueño de un escultor, tan guapo.
DON DÁMASO: Sapo. Lo llamó sapo.
CORO: No, no.
DON DÁMASO: Lo oí, lo oí. Sapo, sapo.
FLOR DE LIS: No, no.
POLLO NOCTURNO: (Rechazando a Flor de Lis.) Marquesa, yo soy un ingenio que
tiene garantizada media página en la historia del relato negro.
CORO: Este pollo no tiene abuela.
POLLO NOCTURNO: Lo reitero, esta gente está a punto de ser recogida por
la grúa del deshaucio.
RAMÓN DE R: ¡Mi guante!
(Retira un trozo de harapo de su muñeca y abofetea a Pollo Nocturno.)
CORO: Pollo Nocturno abofeteado.
POLLO NOCTURNO: ¿Lo ve, marquesa? Sólo son monigotes trasnochados
y divorciados de la realidad.
FLOR DE LIS: Pollo, será una boda sin violines. (Lloriquea.) Y además,
me debes un millón.
CORO: Entrampado. Contradictorio. Mal pagador.
MARQUESA DE LA H: Cállense. (Pausa económica.) Pollo, ¿de
veras llevarías mi soledad a un altar catedralicio?
POLLO NOCTURNO: Pues...
FLOR DE LIS: (Entre sollozos.) Me caso con un payaso, me caso con un payaso.
Díselo, Pollo Nocturno.
MARQUESA DE LA H: Habla.
(Bajan las luces y se oye el telefonillo del inconsciente de Pollo Nocturno, incluso su voz grabada.)
POLLO NOCTURNO: Pagos y atrasos, ¿dígame? Lo siento, comunican,
llame luego
MARQUESA DE LA H: (Susurrante.) Un altar engalanado de esmeraldas, Pollo.
FLOR DE LIS: No, no.
(Los Contertulios se solidarizan con Flor de Lis, y cantan y bailan.)
CORO:
Esta dama es veleidosa,
desconoce que una boda
es frágil como una rosa.
Al dulce objeto amado
lo trata como un lagarto,
y no le parece rancio
que el amor propio
sea moneda de cambio
La dama de La Habana,
un rubí con enaguas,
debiera ir en góndola
a oír los reclamos de
un palomo sin ánimo.
¿Marquesa de frívolos
o histriona de bien?
Ya es hora de decidir
por qué vía de la vida
aspira a ser feliz.
¿Salvando un café de
tercos discutidores
o volando al trópico,
cacique de la guayaba
y musa del candombe.
(Pollo Nocturno gesticula, impone silencio y se jacta.)
POLLO NOCTURNO: Pensado está. Me caso.
RAMÓN DE R: Es un pollo encanallado.
FLOR DE LIS: No, no, él es bueno y bello, pero la marquesa le echó el mal de ojo.
POLLO NOCTURNO: Literatura. De ahora en adelante no tendré más
novias que las eróticas tarjetas de crédito.
FLOR DE LIS: ¡Ah! ¡Ah! Me dejas por un marquesado.
MARQUESA DE LA H: (Ofreciendo su brazo.) Gallo ilustrado.
POLLO NOCTURNO: Ricahembra.
(La pareja hace mutis en medio de un clima de consternación.)
DON DÁMASO: Bebamos y olvidemos este cuadro de ignominia.
RAMÓN DE R: Camarera Mayor de El Gato Verde, güisqui para todos.
(Flor de Lis sirve, ellos beben a trompicones.)
DON DÁMASO: Pollo Nocturno, ¡hip!, nos birló a la mecenas
y nos dejó sin blanca.
RAMÓN DE R: (Ebrio como don Dámaso.) Sin blanca y sin mulatas.
(Brota un ruido infernal entre un bailoteo de lámparas de gas. Flor de Lis sale corriendo a husmear.)
DON DÁMASO: Debe ser la fiesta de carnaval.
FLOR DE LIS: Don Dámaso, están tapiando una ventana.
DON DÁMASO: ¡Cómo! ¿Nos homenajean tan de mañana?
(Bamboleándose, se dirige al calendario y arranca hoja tras hoja, tratando
de ponerlo al día.) ¡Lo dije! Los líderes de la esperanza
conducen con pulso ético este fin de siglo, que bostezaba.
FLOR DE LIS: Don Dámaso, que nos tapian El Gato Verde.
(Él sigue despoblando el almanaque mientras arrecian los golpes.)
RAMÓN DE R: Déjalo, Flor de Lis, que es un sordo a plazo fijo.
DON DÁMASO: ¿Y cómo no voy a ser duro de oído si
la reacción antitertuliana está sepultando en vida a un café de leyenda?
RAMÓN DE R: Pero ¡cómo! ¿No está usted sordo?
DON DÁMASO: Pero ¡cómo! ¿No está usted sordo?
Ay. El hada de las pelas podía salvar este foro isabelino, y va el tunante
de Pollo Nocturno y se la liga. Ay. (Grita.) Cuentavidas.
(Don Dámaso se incorpora a duras penas, recoge el quinqué y se lo tragan las sombras.)
RAMÓN DE R: Don Dámaso, deje de jugar a Aladino y lámparas
maravillosas. La receta no se esconde en la fantasía de un bastón
de claqué, sino en la reconversión del Gato Verde en un bingo.
DON DÁMASO: (Su voz.) Transformista.
(Se perfila la figura del Transformista bajo un foco.)
TRANSFORMISTA: Este don Dámaso cree que soy Papá Noel. En cuanto
le aqueja una crisis anímica o social... ¡Transformistaaa! (Pausa.)
Damas y caballeros, en El Gato Verde se cuece un suicidio colectivo. De modo
que diseñé una estrategia basada en ganar tiempo al tiempo. Y
por eso recurrí a Anita Farolas... y con un soplo de magia de los hermanos
Marx convertí a esta cerillera en una aristócrata del Pacífico.
¿Y cómo me lo paga? Ignorando el pacto convenido y liándose
con un plumífero que no sabe expresar su mundo ni con garabatos.
DON DÁMASO: (Su voz.) Taumaturgo.
RAMÓN DE R: Mejor sería llamar a la Tercera Bohemia Internacional.
TRANSFORMISTA: No es fácil salvar a un gato leído en pleno estertor.
DON DÁMASO: (Su voz.) Correveidile.
TRANSFORMISTA: No, no es fácil.
DON DÁMASO: (Su voz.) Cuentavidas.
TRANSFORMISTA: ¿A quién? Correveidile... ¿a quién?
(Música y otras luces sobre su sombrero canotié.)
Si un museo de la vida es cabaré,
cuya influencia a todos llega.
Oh qué tacto que a nadie deja
intacto el fantasma del cabaré.
Si un hacedor de sueños altos
nos revoluciona con su saxo,
su voz y saltos. Oh qué tacto,
a nadie deja intacto el cabaré.
Si huyendo de trampas del día
aparcamos el alma en un local,
oh qué tacto que a nadie deja
intacto el fantama del cabaré.
Charlistas, pelagatos, pipiolos,
figurones, cuerdos, santones;
hermanados por la dialéctica
y el loco bullicio del cabaré.
Virtuosos pinchaneuronas
olvidan sus artes de dominio
y vestidos de música acuden
a oír jazz negro al cabaré.
Dijo un astro del intelecto:
la felicidad somos nosotros,
y las musas de Duke Ellington
al ritmo de sus trompetas nos
entreabrieron una nueva puerta.
Y echando el telón a la teoría,
digamos que si vivir es reír,
por qué no ofrecer al ciudadano
Music-Hall en sus nublados días.
(Cesa la coreografía, luz más real.)
TRANSFORMISTA: De pronto, un chispazo relumbró en mi frente. Y se me ocurrió... (Alzando el tono.) Flor de Lis, por favor. (Acude ella, intrigada.) Y la llevé a... (Sonríe, ambiguo.) Síganme, por favor.
(Se roza la penumbra. Rumor de máquina de escribir. Se ilumina la buhardilla de Pollo Nocturno, absorto, en camisa, y cigarrillo en el labio. La papelera, junto a la máquina de escribir, rebosa de folios estrujados.)
FLOR DE LIS: ¡Oh, Transformista!
TRANSFORMISTA: Sí, estás ante el futuro rey de la narrativa negra.
(Pausa.) Ánimo, Flor de Lis.
(Esboza un gesto cabalístico con su bastón y se esfuma. Entonces Pollo Nocturno descubre a Flor de Lis, con una flor de amor en la mano.)
POLLO NOCTURNO: ¡Cómo! ¿Tú aquí? ¿Y
con una flor?
MARÑENE DI: ¿Qué flor?
POLLO NOCTURNO: Déjame en paz. Soy todo creatividad.
(Ella, al pronto, advierte la flor en su mano, parpadea y busca con los ojos al Transformista.)
FLOR DE LIS: ¿Me das un vaso de agua para la flor?
POLLO NOCTURNO: ¡Largo! (Se miran con fijeza.) Ya sé que te debo
un millón.
FLOR DE LIS: ¿En serio me lo vas a pagar? Entonces volveré a abrir.
POLLO NOCTURNO: Un sofisticado burdel, ¿eh?
FLOR DE LIS: ¿Burdel?
(Un silencio. Pollo Nocturno escribe, tacha y consulta diccionarios.)
POLLO NOCTURNO: Mi memoria no es tan flaca, Flor de Lis.
FLOR DE LIS: La flor pierde sus pétalos. (Pausa.) ¿Dónde
dejaste a tu novia?
POLLO NOCTURNO: No es mi novia.
FLOR DE LIS: (Arrojándose a sus brazos.)
¡Oh, Pollo Nocturno!
POLLO NOCTURNO. Pero será mi esposa porque cuando estornuda escupe doblones.
FLOR DE LIS: Sí, claro. (Con un hilo de voz.) ¿Y dónde
está ahora?
POLLO NOCTURNO: En la terraza del Gran Hotel, supongo. (Brusco.) ¿Y
tú?
FLOR DE LIS: Como no tenía el millón, cerré, y ahora no...
(Pausa.)
Estoy desolada, Pollo Nocturno, porque yo con las tijeras... doy un tajo por
aquí, otro por allá y otro por...
(Instintivo, él se cubre su sexo.)
POLLO NOCTURNO: ¡La marquesa de Sade!
(Ella se calza sus lentes de corta de vista.)
FLOR DE LIS: ¿Puedo leer...?
POLLO NOCTURNO: Y pareces Blancanieves, golfa.
MRLENE DI: ¿Golfa, yo?
POLLO NOCTURNO: Sí, tú.
FLOR DE LIS: Golfo tú, Pollo Nocturno, que me debes un millón.
POLLO NOCTURNO: Pagaré. La marquesa será mi editora. Proyecta
un boom. ¿Ves este manuscrito? Firmaré ejemplares en la feria
del libro de Frankfurt.
FLOR DE LIS: ¿Puedo hojear esos folios?
POLLO NOCTURNO: Pero ¿lees?
(Acusa ella la punzada y le birla los infolios.)
FLOR DE LIS: La marquesa está forrada, ¿eh?
POLLO NOCTURNO: Su muela del juicio es un diamante.
FLOR DE LIS: Ahí... donde debía ir un sinónimo, has puesto
un antónimo.
POLLO NOCTURNO: ¿Antónimo? ¿Sinónimo?
FLOR DE LIS: Sí, en la tercera línea.
POLLO NOCTURNO: Trae. (Examina su obra inconclusa.) Ese don Ramón de
Ramones se mojó de nuevo las barbas. (Entrega el original a Flor de Lis
y se encara al público.) Sólo en El Gato Verde... una pelandusca
adquiere rango de lingüista. (Regresando junto a ella.) ¿Qué lees?
FLOR DE LIS: Ese capítulo carece de... ¡no sé!
POLLO NOCTURNO: ¡Espera! ¿Qué diablos le falta?
FLOR DE LIS: (Quitándose las gafas.) Quizá peque de cierto manierismo.
No sé.
POLLO NOCTURNO: ¿Manierismo?
FLOR DE LIS: Pollo, ¡ni caso! Que no tengo un pie en la Academia.
(Pasea él, estupefacto, por la buhardilla.)
POLLO NOCTURNO: Manierismo.
FLOR DE LIS: (Yendo tras él.) ¿Sabes? Han precintado una ventana
de El Gato Verde.
POLLO NOCTURNO: Mi estilo. ¿Manierista?
FLOR DE LIS: Y el señorito sólo piensa en llevarse la plata de
la vizcondesa.
POLLO NOCTURNO: Marquesa.
FLOR DE LIS: El santuario de los cafés cantantes se irá al carajo.
POLLO NOCTURNO: ¿Manierista, yo? (Hojea, febril, los folios.)
FLOR DE LIS: Además, esa dama podría ser tu madre. Edipo, que
eres un Edipo de discoteca.
POLLO NOCTURNO: Mi estética literaria, ¿retorcida?
FLOR DE LIS: Piénsalo, Pollo Nocturno. (Acaricia su mejilla.) Eres tan
apolíneo.
POLLO NOCTURNO: Piérdete de mi vista, putuela de cafetín.
FLOR DE LIS: Si me insultas, se lo diré al Defensor del Pueblo.
POLLO NOCTURNO: ¡Fuera!
FLOR DE LIS: Y en el Parlamento Europeo, diré que eres un transgresor
de los derechos femeninos. Y te sancionarán.
POLLO NOCTURNO: ¿Por llevar a la cama a una calientacamas? ¡Ja!
FLOR DE LIS: Yo no lo soy. (Titubea,) Además, me debes un millón.
POLLO NOCTURNO: Otra vez con esa cantinela. ¡Fuera! Manierista.
(Flor de Lis solloza y retrocede; él resopla, ocupa su escritorio, arroja un puñado de folios sobre su cabeza y golpea con rabia las teclas. Ella sigue retrocediendo hasta rozar al Transformista, que la toma de la mano.)
TRANSFORMISTA: Flor de Lis.
FLOR DE LIS: ¡Ah! ¿Es usted? (Enjuga un lagrimón.) ¿Qué le hice yo?
TRANSFORMISTA: Creo... que te lo va a decir.
(Acordes musicales.)
FLOR DE LIS: Quiero a Pollo Nocturno, lo amo.
TRANSFORMISTA: Por lo visto.
FLOR DE LIS: Por lo visto, no; por lo grande. (Pausa.) Y tome su flor.
Música.
POLLO NOCTURNO:
Una ristra de años
maniatado a la pluma,
castigando el párrafo,
torturando la línea.
Y llega una pájara
con aire diletante
y pía en un instante
fulminando tu arte.
Te tacha de efectista,
de huero novelista.
tu filosofía del arte
la tilda de disparate.
Cuestiona tu estilo,
tu actitud fabuladora
y se ufana sin tino
que no eres creativo.
Gusanos de afectación
corroen tu creación;
el reptil del manierismo
desbarata tu virtuosismo.
Son páginas insulsas
para cabezas obtusas.
Ciencias del lenguaje
detestan tal maridaje.
A tu pluma holgazana
no le endosa alas ni
la dama de La Habana.
Imaginero del montón,
estilista de cartón,
cultiva el folletón,
pues el acto creador
no cuadra en tu magín,
no cuadra en tu magín
ni un átomo creador,
esteta sin porvenir.
(El final coreográfico desata la hipocondría en Pollo Nocturno, que, cabizbajo, va a su escritorio; a Flor de Lis le da un vuelco el corazón y se gira, sollozando.)
TRANSFORMISTA: Vean: Pollo Nocturno garabatea enloquecido porque halló en Anita Farolas la editora de sus sueños. Y deja a Flor de Lis con el corazón hecho una esponja. (Suspira.) Todo se complica. (Pausa.) En fin, debo admitir que esta historia se le escapa de las manos a este duende de cabaré.
(Saluda con el sombrero y se desvanece entre sombras, en tanto se ilumina el patio de butacas.)
FIN DEL PRIMER ACTO
ACTO SEGUNDO
Contertulios y maniquíes parecen sumidos en la vinolencia.
RAMÓN DE R: Hace rato que no dan martillazos.
DON DÁMASO: Ni caso.
RAMÓN DE R: Y nuestra Camarera Mayor nos va a hacer naufragar de tanto
lloriquear. Y además, se hará fea.
DON DÁMASO: Imposible. El Gato Verde no engendra monstruos, a lo sumo
fantoches de tertulia.
RAMÓN DE R: Se hará más fea que picio.
DON DÁMASO: La praxis tertuliana debe otorgar el laurel que merecemos.
RAMÓN DE R: Feota, feotona y feúca.
DON DÁMASO: Don Ramón de Ramones, se le han cruzado los cables.
RAMÓN DE R: ¿Y luego quién la desafeará?
DON DÁMASO: (En pie, agresivo.) La distorsión dialéctica
carece de porvenir en El Gato Verde.
RAMÓN DE R: (En pie, virulento.) Don Dámaso, no me haga bajar
a la arena de la polémica, que me bailan las tripas.
DON DÁMASO: Le prepararé un par de huevos pasados por aire.
RAMÓN DE R: No.
DON DÁMASO: Entonces, tortilla de ranas.
RAMÓN DE R: Mi estómago hace bilis con las utopías gastronómicas.
(Golpeándose la panza.) Adiós. Solicitaré un préstamo
hipotecario a la marquesa de La Habana.
DON DÁMASO: Don Ramón de Ramones, le creí más hedonista
que sablista.
RAMÓN DE R: Recuerden: Soy la reencarnación de los Donramones
que elevaron la tertulia a categoría de cátedra del pueblo.
DON DÁMASO: Ella no lo oirá. Es una marquesa de la sociedad del
despilfarro. (Pausa.) ¿De veras no le apetece caviar de lagartijas aladas?
RAMÓN DE R: Yo me repongo de mis horas bajas en la Santa Compañía
de Resucitados, Sociedad Anónima, de la que soy huésped de honor.
(Golpes en la puerta.)
DON DÁMASO: Deja de llorar, Flor de Lis , y ve a abrir, y si es un insólito de café, que pase.
(Ella absorbe sus lágrimas y obedece. Se sosiega la mesa.)
RAMÓN DE R: Mire por la cristalera, don Dámaso. Por ahí
pasea una hija del mango y de la guayaba con el espantapájaros de la
tertulia.
DON DÁMASO: A esa marquesa no se le ve ni un rayo de sol caribeño
en la calavera.
(Surge Flor de Lis con un tipo líder en la extravagancia.)
FLOR DE LIS: Aquí el señor presenta credenciales de coleccionista.
RAMÓN DE R: Coleccionista... ¿de qué?
COLECCIONISTA: De leyendas. (Desparramando la vista.) Y este café es
una leyenda, ¿no? Y pago a golpe de talón.
RAMÓN DE R: Don Dámaso, descienda a la arena de la lucidez polémica,
reflexione y venda el café.
DON DÁMASO: Primero vendo mi alma en un desguace. (Pausa.) Don Ramón
de Ramones, ilustre a ese comprador y dígale qué es técnicamente
una tertulia.
RAMÓN DE R: Un respiro del pensamiento.
COLECCIONISTA: Aplaudo esa pirueta semántica. (Se sienta y olfatea.)
DON DÁMASO: Leo en tus ojeras un desencanto. ¿Qué te pasa,
Flor de Lis?
FLOR DE LIS: Ahí entra la dama de las Antillas con su pollo.
DON DÁMASO: ¡Bah! ¿Y quién es Pollo Nocturno?
RAMÓN DE R: El trapo sucio de los cenáculos.
FLOR DE LIS: Me parece que voy a llorar.
(Llora en silencio, aunque a raudales.)
DON DÁMASO: Don Ramón de Ramones, vivimos en mundo de miserables.
RAMÓN DE R: Por eso debe oír al Coleccionista. En el Gato Verde
últimamente sólo se oye música celestial.
(Mientras el Coleccionista se alza y observa óleos, examina muebles, palpa candelabros, surge Anita Farolas con su galán. El coro de contertulios se pone de pie.)
POLLO NOCTURNO: La Gran Marquesa de La Habana.
CORO: (Halagándola con el eco.) Ana... Ana... Ana.
(Se sientan.)
MARQUESA DE LA H: Pollo, telefonea a mi asesor bursátil, y si no hay
tensión inflacionista que invierta unos milloncejos.
POLLO NOCTURNO: Sí, marquesa.
MARQUESA DE LA H: Olvídalo, y sírveme un zumo de toronja.
POLLO NOCTURNO: Sí, marquesa.
MARQUESA DE LA H: Y búscame cigarrillos rubios sin filtro.
POLLO NOCTURNO: Sí, marquesa.
(Se va él a cumplir los mandatos bajo el estupor de Flor de Lis.)
FLOR DE LIS: ¡Oh, Dios! No entiendo nada. El dandi de los salones literarios
es su criado.
RAMÓN DE R: Flor de Lis, es mejor que sepas mucho de nada a que seas
una experta en algo.
COLECCIONISTA: ¿Qué cifra apunto en mi libreta por esa tela sin
firma?
CORO: Millones.
COLECCIONISTA: Si carece de firma.
RAMÓN DE R: (Estampando una rúbrica.) Pues yo leo...
DON DÁMASO: Don Ramón de Ramones, usted es un memorialista insigne,
examine lienzos y reivindique firmas.
(Pollo Nocturno enciende un cigarrillo a Anita Farolas y la colma de atenciones, en tanto don Ramón de Ramones firma cuadros a troche y moche.)
DON RAMÓN DE R: Miró, Dalí, Picasso, Gris...
MARQUESA DE LA H: Qué uñas. (Endiosada.) Pollo, la manicura.
POLLO NOCTURNO: Enseguida, marquesa.
(Le hace él la manicura. Flor de Lis le muestra sus manos.)
FLOR DE LIS: Yo las tengo más bonitas.
DON DÁMASO: Señor Coleccionista, en cada mesa de El Gato Verde
hay una irrepetible tertulia fija en el tiempo.
(Ritual de compra-venta.)
RAMÓN DE R: ¿Por la mesa surrealista?
CORO: Millones.
DON DÁMASO: ¿Por los ceniceros de los poetas del 27?
CORO: Millones.
RAMÓN DE R: ¿Por la silla buñuelesca?
CONTERTUIOS: Millones.
DON DÁMASO: ¿Por estos candelabros que iluminaron la lectura que
hizo Lorca de Poeta en Nueva York?
CORO: Millones.
MARQUESA DE LA H: Pollo, manda un fax a la prensa mundial anunciando la inminente
boda de la Gran Marquesa de La Habana.
FLOR DE LIS: ¡Ay, Señor!
(Se desvanece en los brazos de don Ramón de Ramones, que la abanica.)
DON DÁMASO: Marquesa, dé un golpe de timón y libérese
de Pollo Nocturno. En seguida pondré de patitas en la calle a este subastador
de leyendas.
MARQUESA DE LA H: Sorda soy de este oído.
DON DÁMASO: No me plagie que me arruino.
(Luces de cabaré, canta el visitante.)
COLECCIONISTA:
Oíd, tertulianos alucinados:
la búsqueda de objetos raros
define mi personalidad a ratos.
Piezas curiosas, objetos de arte,
me lleváis por cualquier parte.
Mi gusto personal lo marca una
brújula que mi vida arrulla.
Lo obtenido y acumulado te
mece en un mar afrodisíaco.
Adueñar una colección
supone ver el sol del arte
a diario y a vista de pájaro.
¿Clasificar con disciplina?
Golpe de mano a la desidia.
Coleccionar es una profesión
que exige madurez y rigor.
La acción de elegir con tino
marca y diseña un estilo.
Pero, moderación, Gato:
la obsesión de coleccionar
puede la moral desmadrar,
puede la moral desbaratar
la monomanía de coleccionar.
(Cesa la música.)
MARQUESA DE LA H: El tipo me cae de la patada. ¿Por qué no le
echan los perros?
DON DÁMASO: Señora, El Gato Verde más que ladrar, maúlla
paradojas.
MARQUESA DE LA H: Pollo, llena mi copa de ron y que siga bailando ese pinchaúvas.
Música.
COLECCIONISTA:
Decís que en El Gato Verde
es oro todo lo que reluce
¿Por quién me toman, amigos?
Soy tasador de profesión.
Las ciencias de subastar
es disciplina espiritual.
Carece, pues, de sentido
endilgarme telas de Renoir
firmadas por desconocidos.
Por favor, altos señores:
no me embarulléis la mente
y vendedme el minino verde.
Soy un experto del kitsch,
de lo viejo hago algo nuevo.
En tan senil café tertuliano
tendrá el anti-arte su nido.
¿Obras maestras o fotocopias?
Qué más da si es la Giaconda.
¿Sabéis qué desearía hacer?
De este almacén de desatinos,
un bazar de charlas de café.
De lo viejo hago algo nuevo,
las tertulias se vendían bien.
A la filosofía del bienestar
le urge un salón de divagar.
Pían doctores en marketing
que editar copias de arte
en cantidades industriales
no es un acto deleznable.
Aquí se respira tradición,
materia añeja para labrar
y elaborar modernidad.
Lo afirma un coleccionista
con el tuétano renacentista.
Tertulianos de fin de siglo:
hagan un sepelio a la utopía
y pongan precio a su felino,
tertulianos de fin de siglo.
(Se apaga el foco del Coleccionista.)
MARQUESA DE LA H: A este pelagatos no lo puede ver ni abocetado.
RAMÓN DE R: (Sin cesar de estampar firmas celebérrimas.)
Marquesa, lo dicho, dé un golpe de timón y chamusque a ese intruso
que desea meterse El Gato Verde en el bolsillo.
DON DÁMASO: Don Ramón de Ramones, abandone su terrorismo de rotulador
y siga abanicando a Flor de Lis, que un guapo de las letras nos la dejó
in artículo mortis. (Pausa.) Pobrecilla mía.
(Obedece don Ramón de Ramones, en tanto el Coleccionista echa cremallera a su cartera.)
COLECCIONISTA: Caballeros, se impone un periodo de reflexión. He aquí
mi tarjeta. (Dibuja con su silueta una reverencia.) Y en breve asomaré de nuevo la napia. (Hace mutis.)
MARQUESA DE LA H: (Pegando un grito.) ¡Uy, qué calenturona estoy!
CORO: ¡Marquesa!
MARQUESA DE LA H: Mi sombrero. (Se pone en pie.) Pollo, tu anillo.
POLLO NOCTURNO: Si brilla como un zafiro.
FLOR DE LIS: (Que volvía en sí.) ¿Boda? (Se tambalea.)
Transformista.
(Penumbra, y luz sobre otro punto escénico. Flor de Lis, cabizbaja, hace pucheros. Por detrás, surge el Transformista.)
TRANSFORMISTA: Ea, Flor de Lis, no llores más.
FLOR DE LIS: ¿Y como no voy a llorar si esa benefactora lo ha seducido?
(Desmelenada.) Cuentavidas, tienes que hacer algo, tienes que evitar esa boda.
TRANSFORMISTA: Flor de Lis, yo no soy Dios, tan sólo un trabajador de
cabaré, en paro.
FLOR DE LIS: Correveidile, por favor.
TRANSFORMISTA: Está bien, hablaré con la Gran Marquesa de La Habana.
(Se aleja casi de puntillas.)
FLOR DE LIS: Transformista. (Se gira él.) Usted es Dios.
(Cada uno se va por un lado. Cambia la luz, con matices visionarios. Entonces él, airado, eleva la voz.)
TRANSFORMISTA: Anita Farolas.
(Se enciende una luz cenital y surge ella.)
MARQUESA DE LA H: ¿Es una voz? ¿O un rumor? Debe ser un malentendido,
soy...
TRANSFORMISTA: Anita Farolas.
MARQUESA DE LA H: Ese nombre... (Pausa.) Y usted, ¿quién es? ¿Acaso
uno de esos barbalaos que en Guanabacoa leían mi futuro en sus caracoles?
TRANSFORMISTA: ¡Basta! (Pausa.) No cumples los pactos, te voy a llevar
a los tribunales.
MARQUESA DE LA H: Hable con mis abogados. Ahora voy a contraer nupcias.
TRANSFORMISTA: Te recuerdo, Anita, que tu misión es instalar a corto
plazo la esperanza en...
MARQUESA DE LA H: ¿Anita Farolas? Ese nombre me es familiar. (Sonríe,
ambigua.) ¿De veras no le apetece asistir a mi boda?
(Se apaga el foco de ella. El Transformista esboza una mueca de impotencia, luego su índice acaricia la frente, meditando. Pronto se anima su faz.)
TRANSFORMISTA: Flor de Lis. (Un Silencio.) Señorita. (Un silencio.) Camarera Mayor del Gato. (Un silencio.) Está bien.
(Hace él un juego malabar y bajo un foco surge un perchero con ropa y sombreros. Nuego gesto de taumaturgo y otro sombrero aterriza en su cabeza , también un violín entre sus brazos. El hombre lo toca con alma de violinista y en seguida aparece Flor de Lis bajo un resplandor.)
FLOR DE LIS: ¡Oh, qué sombrero de copa más bonito!
TRANSFORMISTA: Apresúrate, que te casas ahora mismo.
FLOR DE LIS: ¿Con él?
TRANSFORMISTA: Con el mismísimo Pollo Nocturno.
FLOR DE LIS: Cuentavidas, qué buena gente eres. (Pausa.) ¡Ah! ¿Y
el vestido nupcial?
(Con ademán de prestidigitador, se quita él su sombrero de copa, insinúa un juego de manos y extrae un vestido de audaz diseño.)
FLOR DE LIS: ¡Transformista!
TRANSFORMISTA: Ve tras ese biombo y pruébatelo.
(Se ilumina un biombo. Obedece ella, mientras el Transformista entretiene el tiempo con pasos de claqué. Después queda boquiabierto al ver a Flor de Lis vestida de novia.)
FLOR DE LIS: ¿Qué tal? (Se exhibe como una modelo.)
TRANSFORMISTA: ¡Miss Universo! (Pausa.) Toma. (Le entrega un ramo de azahar.)
Y apresúrate, que el novio no espera.
(Flor de Lis mira las flores, absorbe su fragancia, se gira y canta y baila.)
¿Por qué el señor destino
puso bajo semáforo verde
a un ángel municipal para
vigilar El Gato Verde?
En una etapa cuesta abajo
sale al paso una conciencia,
es un mago de lo cotidiano
y me planta junto al ser amado.
Cantó el místico Pascal
a la orilla de la mar:
el amor tiene espinas,
y algo de flor de azahar.
A caballo de lo cabal,
deseo hacerte meditar.
Pollo, hay que decidirse
por un enlace formal.
Hasta los pájaros del alba
pían que un pavo de pluma
descifra sus sabios trinos
mientras cuestiona su sino.
Gato Verde oye la voz y la
lira de de tu ángel municipal.
(Termina la música, y ella se precipita hacia la salida, pero se detiene, regresa, mira al Transformista y lo besa. Y mientras se apagan luces, se oye, suave, una marcha nupcial. A continuación brillan las lámparas de gas de El Gato Verde.)
POLLO NOCTURNO: Marquesa, ¿Aviso a un párroco, llamo a un juez?
MARQUESADE LA H: No, que nos case él.
DON DÁMASO: ¿Yo?
MARQUESA DE LA H: Él.
DON DÁMASO: ¿Yo? (Pausa.) ¿Usted la oye disertar, don Ramón
de Ramones? (Un silencio.) Carezco de poderes para legitimar una sociedad conyugal.
MARQUESA DE LA H: (Amenazando firmar un cheque.)
Diez millones para el celebrante o casamentero.
RAMÓN DE R: Y se salva de la quiebra la catedral del coloquio.
DON DÁMASO: ¿Y en mi calidad de qué? Será un amancebamiento.
MARQUESA DE LA H: ¿Quién lleva el timón de esta nave de
poetastros?
CORO: Don Dámaso.
MARQUESA DE LA H: Capitán, enmarídenos o nos engolfamos.
DON DÁMASO: Pero...
CORO: Enmarídelos o se engolfan.
DON DÁMASO: Es que...
CORO: Don Dámaso, no meta la pata, que diez milloncejos es mucha plata.
DON DÁMASO: Si al menos fuera un matrimonio in extremis.
MARQUESA DE LA H: (Haciendo ademán de zafarse de una joya.) Renuncio
a mi pulsera de pedida.
CORO: Renuncia.
DON DÁMASO: Está bien. (Catadura solemne.) Acérquense los
contrayentes.
CORO: ¡Olé!
(En pantomima, improvisan una sugerencia de estrado con atril para el acto solemne.)
MARQUESA DE LA H: Vamos, galán de bulevar, que aún estoy para
merecer.
DON DÁMASO: A ver... maticemos. ¿Bienes estimados? ¿Joyas?
¿Capital aportado? ¿Bienes gananciales? ¿Estado conyugal?
Y defínanse.
AMBOS: ¿Que nos definamos?
RAMÓN DE R: ¡Claro! ¿Son monógamos? ¿Bígamos?
¿Polígamos? ¿Misóginos?
DON DÁMASO: Usted se calla, que el oficiante soy yo.
RAMÓN DE R.¿La toma? ¿La deja? ¿Le da un braguetazo?
DON DÁMASO: ¡Don Ramón de Ramones!
RAMÓN DE R: ¿Estamos ante una exogamia? ¿Una endogamia?
Y ella, ¿es una malmaridada? ¿O una matamaridos?
DON DÁMASO: Cállese.
RAMÓN DE R: ¿Separación de bienes? ¿De cuerpos?
DON DÁMASO: He dicho que se calle. (Pausa.) Entonces, la donación
própter nuptias asciende a diez millones para El Gato Verde.
MARQUESA DE LA H: Eso.
CORO: Vamos, don Dámaso, vamos.
DON DÁMASO: ¿Y Flor de Lis?
CORO: Vamos, don Dámaso, vamos.
DON DÁMASO: ¿Y la Cenicienta de los cenáculos literarios?
CORO: Vamos, don Dámaso, vamos.
DON DÁMASO: Somos unos pigmeos de café si mostramos deslealtad
a nuestra Blancanieves.
CORO: Vamos, don Dámaso, vamos.
RAMÓN DE R: ¿Dispensa? ¿Impedimento impendiente? ¿Impedimento
dirimente?
(Surge Flor de Lis, resplandeciente.)
FLOR DE LIS: Señores.
POLLO NOCTURNO: La novia azul de las tertulias.
DON DÁMASO: Señorita, suba al estrado.
(Flor de Lis se coloca junto a Pollo Nocturno.)
MARQUESA DE LA H: ¡Qué significa esto! ¿Una boda a tres
bandas?
DON DÁMASO: Silencio. (Pausa.) Los anillos. (Los recoge.) ¡Tres!
(Se encoge de hombros.) ¿Quién acepta como consorte a este plumífero
alias Pollo Nocturno?
AMBAS: Yo.
POLLO NOCTURNO: Por favor, Flor de Lis, sé discreta.
DON DÁMASO: Pollo Nocturno, pida la mano de la novia.
(Ellas cierran los ojos y se la ofrecen, y Pollo duda, suda, cavila y toma la mano de Anita Farolas.)
FLOR DE LIS: ¡Oh, amor! (Se desvanece.)
MARQUESA DE LA H: Pollo, ese gesto supone un ramillete de inmuebles a tu nombre.
DON DÁMASO: Parejita, ya sois marido y mujer.
(Brota La marcha nupcial, de Mendelssohn. Ofrece él su brazo a Anita Farolas y desfilan hacia la puerta bajo una lluvia de arroz lanzada por los maniquíes.)
RAMÓN DE R: Arroz para los recién casados.
DON DÁMASO: ¿Quién dijo que nuestro tabernáculo
no engendra monstruos?
RAMÓN DE R: (Lúcido.) ¡Eh, marquesa! ¿Y el cheque
con los diez millones?
MARQUESA DE LA H: Grosero.
RAMÓN DE R: ¿Ah, sí? Pues de El Gato Verde no sale ni una
botella.
DON DÁMASO: Flor de Lis, vuelve en ti.
MARQUESA DE LA H: Pollo, quítame ese moscardón de encima.
RAMÓN DE R: Caballero, si me pone una mano encima, su ruina ética
se habrá consumado.
POLLO NOCTURNO: ¿Mi ruina ética?
RAMÓN DE R: Y estética
POLLO NOCTURNO: (Flotando en su indecisión.) ¿Mon cherie?
RAMÓN DE R: Y usted, señora, no despilfarre ahora en un crucero
por el Caribe y, a cambio, El Gato Verde les ofrecerá el banquete literario
del siglo.
MARQUESA DE LA H: ¿De veras?
RAMÓN DE R: Se rumorea que André Breton se emborrachó de
vino tinto en esta mesa.
POLLO NOCTURNO: Don Ramón de Ramones, no me la utopice.
DON DÁMASO: Flor de Lis, despierta, que te has quedado soltera y sola,
aunque con un gatito verde.
(Ella abre unos ojos de mar.)
RAMÓN DE R: Sin actitud lúdica, no hay felicidad que valga. Marquesa,
no lo piense más, que se quedará calva.
MARQUESA DE LA H: Que empiece la gran fiesta nupcial.
CORO: ¡Venga esa rumba tropicana!
(Brota un ritmo rumbero. Los contertulios, a caballo de la danza y la pantomima decoran la mesa del banquete con dos trípodes, tabla larga y mantel blanco de papel. Los comensales y maniquíes se sientan de cara al público.)
DON DÁMASO: Don Ramón, usted es el primer ironista de café,
eleve la nalga e inaugure el banquete nupcial y ateneísta.
RAMÓN DE R: El menú. Según sea el menú así
revoloteará mi pensamiento.
MARQUESA DE LA H: No sé. (Pausa.) El banquete debimos celebrarlo en un
yate.
DON DÁMASO: Señora, olvídese de los yates de recreo y sea
la Médecis de las tertulias.
MARQUESA DE LA H: ¿Y qué van a murmurar las revistas del corazón?
DON DÁMASO: Don Ramón, reseñe el ágape.
RAMÓN DE R: Papel y pluma, Camarera Mayor.
FLOR DE LIS: Ahí va ese lápiz que perteneció al contertulio
Alberti.
POLLO NOCTURNO: No empecemos.
RAMÓN DE R: (Escribiendo.) La bohemia tabernácula sentó a su mesa a una marquesa.
MARQUESA DE LA H: Más reseña.
RAMÓN DE R: La magnate lucía el último diseño de
Paco Rabán. Cien líderes de todas las causas perdidas la homenajearon.
DON DÁMASO: Menos uno: el Transformista.
RAMÓN DE RAMÓNES: Eso. ¿Dónde está ese actor
milagrero?
POLLO NOCTURNO: Mi media naranja exige más bombo publicitario.
RAMÓN DE R: Hoy se celebra en el salón abstracto de El Gato Verde
la boda de la marquesa de La Habana, concurriendo la crema y el merengue de
los cenáculos.
DON DÁMASO: Flor de Lis, entrega este boletín de prensa a las
agencias.
FLOR DE LIS: Sí, don Dámaso.
(Recoge la reseña y furtivamente la destroza.)
CORO: Los discursos.
RAMÓN DE R: Noble dama habanera, eximios contertulios, he aquí una boda entre una pluma de a pie y una flor tabaquera.
MARQUESA DE LA H: La comida. ¡Ah! Debí haberme traído a
cocineros de la Bodeguita del Medio.
POLLO NOCTURNO: (Con un ademán de erguirse.) Los traigo en un santiamén, marquesa.
MARQUESA DE LA H: Y que venga un cantinero del Floridita, son únicos preparando mojitos y daiquiris.
RAMÓN DE R: Quieto, Pollo, que es fama que en El Gato Verde se cuece la mejor comida criolla.
MARQUESA DE LA H: Entonces a ver cómo sale el picadillo criollo y ese
arroz con frijoles.
DON DÁMASO: Flor de Lis, el menú.
(Ella va por las viandas.)
RAMÓN DE R: Comensales, en El Gato Verde haremos del instante cotidiano
un minuto redondo.
CORO: Silencio. La homenajeada tiene la palabra y la plata.
RAMÓN DE R: Su palabra ya es tertulia, y sus pelas... al bote.
(Aparece Flor de Lis con bandejas rebosantes de pepitas de girasol y botellas.
FLOR DE LIS: La minuta.
RAMÓN DE R: Don Dámaso, ¿nos da sopa de convento?
DON DÁMASO: Entremeses para abrir el apetito.
MARQUESA DE LA H: Eso es bazofia.
FLOR DE LIS: (Con más bandejas en la mano.) Más tentepié.
MARQUESA DE LA H: Farsantes.
(Arroja pipas a los comensales, secundada por Pollo Nocturno.)
CORO: ¿Quiere gresca la marquesa?
(Batalla campal con etérea artillería de simiente.)
MARQUESA DE LA H: Tahúres del verbo.
CORO: Antibanquetistas.
MARQUESA DE LA H: Tertulianos de tercera.
RAMÓN DE R: ¡Quieto todo el mundo! (Cesa la contienda.) Llegó la hora de las adhesiones y discursos.
DON DÁMASO: No. Es la hora del banquete opíparo. Más bandejas,
Camarera Mayor.
(El novelista murmura en el oído de la dama frases galantes. Luego lanza un grito a la doncella.)
POLLO NOCTURNO: Langosta enchilada para mi consorte.
(Obedece Flor de Lis.)
MARQUESA DE LA H: Otra vez las dichosas pipas.
POLLO NOCTURNO: (En pie, amenazando con el tenedor.) El Gato Verde se va a teñir
de sangre.
MARQUESA DE LA H: Pollo, estas pipas provocan flatulencia. (Eructando.) Menuda
noche de bodas nos espera.
CORO: ¡Más brindis!
DON DÁMASO: Se agotó el champán.
RAMÓN DE R.Pero si sólo han servido agua con gas.
DON DÁMASO: Había que mimar el riñón de la dama.
POLLO NOCTURNO: (Saboreando el agua del vaso.)
Si es agua del grifo...
MARQUESA DE LA H: ¿Agua del grifo en mi banquete nupcial?
RAMÓN DE R: Eso es un espejismo.
CORO: Los discursos, los brindis, don Ramón de Ramones.
RAMÓN DE R: Lo fundamental no es la marca del champán, sino su
nivel de burbujas liberadoras.
MARQUESA DE LA H: Exijo champán auténtico en mi boda.
CORO: Silencio. (Pausa hedonista.) Don Ramón tiene la palabra.
RAMÓN DE R: La grandeza de un banquete literario reside en el techo de
asombro de sus comensales.
MARQUESA DE LA H: Mi fiesta de recién casada es una humillación.
¡Sinvergüenzas!
(Nueva refriega y lanzamiento recíproco de pipas. Luego el resucitado agita sus barbas y brinca a la mesa, con bandera blanca.)
RAMÓN DE R.Yo, don Ramón de Ramones pido una tregua musical.
CORO: (Bajo una acrobacia.) ¡Musical!
(Los huesos de los contertulios se tensan ávidos de danza, hasta que
un ritmo golpea sus tímpanos y se inicia la coreografía.)
Música.
RAMÓN DE R:
He aquí un banquete con oratoria
al servicio de un follón de novias.
FLOR DE LIS:
Dicharacheros,
no provoquen.
RAMÓN DE R:
Que siga la comilona
y la atragantona.
MARQUESA DE LA H:
Esto no es una cena opípara
pues sólo han servido pipas.
DON DÁMASO:
Marquesa, es para
entretener la tripa.
RAMÓN DE R:
Pero no crea que es un ágape
de pipas ni de pipiolos.
DON DÁMASO:
Al contrario, es la fiesta
de la conciencia utópica.
POLLO NOCTURNO:
¡Ah, Papagayos, sirvan ya
langostinos y pavo enchilado!
DON DÁMASO:
El enchilado pavo,
señor, ha volado.
FLOR DE LIS:
Y graznó:
hasta más ver,
hermanos.
POLLO NOCTURNO:
¿Y el pescado?
DON DÁMASO:
Tenían un sueño de algas y
Flor de Lis los arrojó al agua.
MARQUESA DE LA H:
Mi esófago
da un soplido:
tengo apetito.
POLLO NOCTURNO:
Sirvan a mi costilla
pato a la naranja
y licor de pasas.
DON DÁMASO:
Flor de Lis, sé la reina
Midas y trae más comida.
MARQUESA DE LA H:
Como traigan más pipas, monto
un número y no de Music-Hall.
RAMÓN DE R:
¿La jugamos a la baraja?
En su luna de miel sus
enaguas son una brasa.
(El literato exhibe, amenazador, un cortaplumas.)
POLLO NOCTURNO:
¿Con su ramo de azahar
todavía sin marchitar?
DON DÁMASO:
Entonces, señores, nos
la jugaremos al póquer.
POLLO NOCTURNO:
Por mí se la pueden
rifar a juegos de azar.
MARQUESA DE LA H:
Grosero.
Te desheredo.
Pierdes el pelo.
FLOR DE LIS:
Señora, al Pollo
mijo y divorcio.
MARQUESA DE LA H: (Abanicándose.)
Pollo, ¿bostezas en mi oído?
Te sustituyo por un guajiro.
(Baja la música, don Dámaso habla a don Ramón de Ramones.)
DON DÁMASO: Experto en negocios oníricos: negocie con la magnate
antes que nos arrastre el delirio.
RAMÓN DE R: Lo haría con ganas si en El Gato Verde existiera un
proyecto radical de renovación tertuliana.
(Siguen las canciones.)
POLLO NOCTURNO: (Súbitamente sentimental.)
A tu alma algodonera
amo yo, marquesa.
MARQUESA DE LA H:
Te creeré si lo
pías en francés.
FLOR DE LIS:
Marquesa,
él no es ni
la sombra de
Baudelaire.
DON DÁMASO:
Camarera Mayor,
vuela, ve,
llegó la hora
del café.
(Con un gesto arlequinesco de servidumbre, Flor de Lis cierra la coreografía.)
FLOR DE LIS: Excelencia, Pollo Nocturno sólo saber decir... ¡merde! (Hace mutis.)
MARQUESA DE LA H: Tabernaria.
RAMÓN DE R: Palabrejas. (Pausa.) La grandeza de nuestro cenáculo por los suelos.
DON DÁMASO: No arroje chinas al felino de la ética actual.
RAMÓN DE R: No sé, no sé. Aquí tertuliar es gorronear.
(Aparece Flor de Lis con una cafetera y tazas.)
MARQUESA DE LA H: (Suspirando.) Al menos en mi banquete de bodas habrá
café.
FLOR DE LIS: Tazas, por favor. tazas.
(Ritual del café. Al poco, la marquesa de La Habana está en un tris de vomitar.)
MARQUESA DE LA H: ¿Qué es esto?
RAMÓN DE R: (De pie.) Don Dámaso, la libertad e independencia
de nuestro café cantante no estará garantizada, mientras en vez
de café nos sirvan malta y además aguada.
MARQUESA DE LA H: ¡Otra afrenta! Pollo, ahora mismo nos vamos a Venecia.
(Se yergue la pareja, él la toma de la mano. Frustración en El Gato Verde. Parpadean luces. En el umbral, un bastón de claqué y un sombrero frenan el paso a los recién casados. En seguida, música y coreografía.)
TRANSFORMISTA: ¿Quién desalojó el desánimo en cafés
literarios?
CORO: La marquesa de La Habana.
TRANSFORMISTA: ¿Quién puso verde a detractores de El Gato Verde?
CORO: La marquesa de La Habana.
TRANSFORMISTA: ¿Quién surgió como hada urbana en tertulia
de inmortales?
CORO: La marquesa de La Habana.
TRANSFORMISTA: ¿Quién contrajo nupcias en el altar de la polémica?
CORO: La marquesa de La Habana.
TRANSFORMISTA: ¿Quién otorgó poder de reflexión
a una mesa de café?
CORO: La marquesa de La Habana.
TRANSFORMISTA: ¿Quién puso el reloj a hora en el corazón
humano?
CORO: La marquesa de La Habana.
TRANSFORMISTA: ¿Quién a ritmo de salsa movió doctas osamentas?
CORO: La marquesa de La Habana.
TRANSFORMISTA: ¿Quién trasformó una mesa de ilusos en un
simposium de ilusionistas?
CORO: La marquesa de La Habana.
TRANSFORMISTA: ¿Qué gata de las finanzas defendió con las
uñas El Gato Verde?
CORO: La marquesa de La Habana.
TRANSFORMISTA: ¿Quién llenó de flores nuestro zaguán
tertuliano?
CORO: La marquesa de La Habana.
TRANSFORMISTA: ¿Quién publicitó a la rosa de los vientos
nuestra épica de café?
CORO: La marquesa de La Habana.
TRANSFORMISTA: ¿Quién en la era de lo visual dio imagen a El Gato
Verde?
CORO: La marquesa de La Habana.
TRANSFORMISTA: ¿Y quién en verbenas de oratoria se marcó un tango canalla?
CORO: La marquesa de La Habana.
TODOS:
Pues viva la dama
que voló de La Habana
en alado Concorde
y a golpe de talón
zanjó la deuda fiscal
bajo una canción.
(El bastón de claqué deja paso libre a los consortes, bajo flamear de pañuelos floreados que enjugan lagrimones de impotencia.)
MARQUESA DE LA H: Si están llorando. Y también don Ramón
de Ramones. (Pausa.) No, no puedo permitirlo. En mi luna de miel no caben lágrimas.
(Pausa.) Ven, Pollo Nocturno. (Se sientan a la mesa y ella extrae un talonario
de cheques.) Si El Gato Verde se muere... qué menos que una fiesta de
funerales. ¡Yo pago! Diez millones.
CORO: ¿Diez millones?
POLLO NOCTURNO: Cuánto despilfarro.
CORO: ¡Fiesta!
(Golpe musical. Pegan un brinco picados por el gusano del baile; aunque un gesto severo de don Dámaso enfría sus ánimos.)
DON DÁMASO: Antes el ánima de mi Gato merece una reseña de prensa.
(Se sientan.)
MARQUESA DE LA H: Don Ramón de Ramones, redacte la nota necrológica.
RAMÓN DE R: (Escribiendo.) El más entrañable café
cantante y literario falleció hoy a causa de un colapso ocasionado por
el vil metal.
MARQUESA DE LA H: Más noticia necrológica.
RAMÓN DE R: Ingresó ayer en la Unidad de Estímulos Intensivos;
pero ya era un café moribundo.
FLOR DE LIS: Pobre gatito mío.
(Penumbra. La gente se alza, consternada, pasea y enjuga el llanto. Aparece el Transformista de puntillas, con el saxofón en la mano, y emite unas notas a modo de cortina musical.)
CORO: La hora del telediario.
(Se sientan ante una falsa pantalla de televisión, por donde asoma la jeta el Transformista.)
TRANSFORMISTA: (Con voz de presentador de TV.)
El Tribunal Supremo para los Derechos al Diálogo envía el pésame
a...
CORO: ¡El Gato Verde!
DON DÁMASO: Silencio.
MARQUESA DE LA H: Pollo, cambia de canal. En el 7...
RAMÓN DE R: Silencio.
TRANSFORMISTA: Al finado se le reconocía como padre del debate teórico.
MARQUESA DE LA H: En el 7 estarán hablando de nosotros, de la boda del
año.
(Pollo Nocturno intenta acercarse al televisor, pero un bastón de claqué golpea su cabeza.)
POLLO NOCTURNO: ¡Ay!
FLOR DE LIS: Te lo mereciste.
TRANSFORMISTA: El Gato Verde declarado patrimonio de la Humanidad.
CORO: Igual que la Alhambra de Granada.
POLLO NOCTURNO: Literatura.
TRANSFORMISTA: Télex de última hora: la Mesa del Senado Tertuliano
acordó conceder la Medalla de Oro de Charlas Fecundas al padre de la
criatura.
CORO: ¡Don Dámaso!
POLLO NOCTURNO: Literatura.
DON DÁMASO: Esa tele me va a hacer puré el corazón.
FLOR DE LIS: Nuestro minino era tan saltarín, tan vivaracho; era el juguete
de la tertulia.
MARQUESA DE LA H: Quiten ese telediario.
TRANSFORMISTA: Finalmente, se proclama día de luto para todos los gatos
y gatas modernistas y posvanguardistas.
(Bajan las luces. Se oye un réquiem coral. Pasean siluetas con un ataúd al hombro, entre un murmullo de sollozos, que crispa a Anita Farolas.)
MARQUESA DE LA H: Hoy es mi erótica luna de miel, imbéciles. ¡Venga esa fiesta de funerales!
(Explosión de luces. Música.)
CORO:
Nada de ceremonias fúnebres,
fue un gatazo verde en vida
y lo pasó a tope el tunante.
¿Un Gato con Botas locuaz?
Fue el fu de la modernidad.
Insigne es porque ya no es,
si respira es una ola de ira.
Aleluya, aleluya, ya no es
un competidor en vida.
Ay, que gato más salado
se nos largó al Parnaso.
Pompas y burbujas de jabón,
baile, jolgorio y ritmo pop,
exequias para un miau leído,
rosas para un gato instruido.
Nada de velatorios,
honras, ni réquiems.
sin tarta de oxígeno
se quedó el felino.
En los bares del cielo
fundará ágoras fugaces;
es un charlista nato
tan legendario gato.
Su Olimpo es un café,
su placer, el cabaré.
Parlamentario amigo:
se termina tu candela
en tan volátil feria.
Siemprevivas, sangría
muérdago, nomeolvides,
el simpar Gato Verde
cabalga por las nubes.
Adiós, adiós, qué más da,
uno menos o uno más. Uno
menos en la Bola Traidora.
Uno más en el mudo fosal.
Gato Verde fuiste singular.
Ay, que gato más salado
se nos larga al Parnaso.
(Se oye un trueno subterráneo seguido de leves explosiones en cadena. Tiemblan las lámparas y se mueve el suelo del café, bajo el estrépito de una excavadora.)
CORO: A las barricadas, a las barricadas.
(Con parte del mobiliario, forman una grotesca barricada.)
DON DÁMASO: Mi Gato no estirará la pata.
(Desde lo alto, una mano anónima arroja un fardo de periódicos. Don Ramón de Ramones se agacha, deshace el envoltorio, recoge ejemplares y vocea la mercancía.)
RAMÓN DE R: Noticias. Movilización ciudadana contra la demolición
de El Gato Verde. Noticias.
CORO: Llovizna. Lluvia de de información.
(Don Ramón de Ramones reparte ejemplares de prensa a diestro y siniestro.)
RAMÓN DE R: Amenaza de clausura de El Gato Verde por la reacción
antitertuliana. Noticias.
CORO: Un periódico, por favor.
(Todo el mundo pasea de un lado a otro, leyendo febrilmente. Otra mano incógnita provoca una lluvia de telegramas. Flor de Lis recoge los papelorios y lee:)
FLOR DE LIS: Resistan. Sólo en El Gato Verde lo Imposible es el personaje del día. (Otro matiz.) Diario en Blanco.
(Ulula la fiera garganta de la excavadora.)
CORO: Más barricada. Más barricada.
RAMÓN DE R: El acoso a El Gato Verde conmueve a la opinión pública.
Noticias.
MARQUESA DE LA H: (En su mesa, abanicándose.) Pollo, una copa de ron
con zumo de limón y menta.
POLLO NOCTURNO: Sí, querida.
MARQUESA DE LA H: Ron Panticruzado, claro.
POLLO NOCTURNO: Por supuesto, marquesa.
FLOR DE LIS: Resistan.. Ustedes abren de par en par las puertas del pensamiento.
(Otro matiz.) Gazeta de sonámbulos.
(La excavadora aúlla como un diablo.)
CORO: Volcad muebles, volcad muebles.
MARQUESA DE LA H: Este ron sabe a lejía.
DON DÁMASO: Marquesa, su aristocracia se le bajó a las tripas.
RAMÓN DE R: Noticias. Campaña oposicionista contra desaparición
del Gato Tertuliano. Noticias.
CORO: Más acuarelas, más aguafuertes, más abrecartas, más
miniaturas, más bodegones...
FLOR DE LIS: Subsistan. Lo que está en juego es algo más que una
cháchara de café. (Otro matiz.) Diario de Perdedores.
DON DÁMASO: Marquesa, usted puede cambiar este carnaval.
MARQUESA DE LA H: Pollo, gorjean cerca de mi oído.
DON DÁMASO: Esa respuesta es una huida hacia delante.
(La máquina bufa, amenaza y acrecienta el caos.)
CORO: Más trincheras, más taburetes, más portasifones.
RAMÓN DE R: Noticias. Ya nadie cuestiona que de El Gato Verde saldrá el homo novus. Noticias.
MARQUESA DE LA H: Decidido, pasaremos la luna de miel en Villa Iguana.
POLLO NOCTURNO: En Villa Iguana, marquesa.
(Sigue la máquina relinchando como bestia enloquecida.)
CORO: Más barricada, más biombos chinos, más relojes de
pared, más candelabros, más floreros...
RAMÓN DE R: Noticias. ¡Fuera periódicos! (Los arroja al
suelo.) Hay que lanzar una campaña de agitación estética
para salvar la libertad de nuestro tiempo libre.
FLOR DE LIS: Resistan. La eliminación fisica de un café metafísico
es la quiebra de la esperanza. (Otro matiz.) Utopía Press.
MARQUESA DE LA H.(Fumando un cigarro puro.) Marido, qué error. Olvidé
invitar a la boda a Luciano Papelli, un dandi de la economía europea,
el año pasado facturó 7,8 billones.
POLLO NOCTURNO: Un fallo, marquesa.
(Siguen bebiendo.)
DON DÁMASO: Flor de Lis, pásame un telegrama de adhesión.
(Ella obedece; él se calza los anteojos bajo el fragor de la máquina demoledora.)
CORO: Lea, don Dámaso, lea.
DON DÁMASO: (Bajo temblor de manos.) Es casi ilegible.
CORO: Vamos, don Dámaso, vamos.
DON DÁMASO: Resistan. Atentar donde la imaginación creadora echa
una cana al aire, es un reflejo de la sociedad del miedo. (Otro Matiz.) El Observador
Noctámbulo.
MARQUESA DE LA H: Habrá que irse. En este café el ruido hace lo
que le sale de las narices.
FLOR DE LIS: Tome, lea el último telegrama, don Ramón de Ramones.
RAMÓN DE R: (Leyendo.) Resistan. En El Gato Verde nada hay irrealizable.
(Otro matiz.) Espejo de Chupatimtas.
(Gran explosión. Un humo a modo de polvareda invade el café. Entonces surge el Señor de los Impuestos, con el traje hecho trizas. Se toca con un casco protector.)
CORO: El Señor de los Impuestos.
SEÑOR DE LOS I: Esto es el fin. (A don Dámaso.) Usted se lo ha
buscado, insolvente, pájaro lunático.
MARQUESA DE LA H: Cuando bebo me disgustan las peleas de gallos. Pollo, acaríciale
un hueso a ese recién aparecido.
POLLO NOCTURNO: Será un placer, marquesa.
(Se yergue, da un paso hacia el Señor de los Impuestos y lo agita como un títere de barraca, y a éste se le caen postizos y disfraces.)
CORO: Pero si es el Coleccionista.
COLECCIONISTA: Disculpen, yo...
CORO: Impostor.
COLECCIONISTA: Les ruego que...
CORO: Fingidor.
(La reina de la papaya se enfurruña y dicta una orden.)
MARQUESA DE LA H: Me crispan los profesionales del engaño. Zúrrale
la badana.
POLLO NOCTURNO: Será un placer.
(Vuelve a zarandearlo y al Coleccionista se le caen piezas de un segundo disfraz.)
CORO: Pero si es don Wenceslao, el dueño del café El Siglo.
DON WENCESLAO: Perdonen, yo...
CORO: Simulador.
DON WENCESLAO: No era mi intención.
CORO: Comediante.
POLLO NOCTURNO: Marquesa, ¿le muelo las costillas?
MARQUESA DE LA H: ¿Y si lleva un carnaval encima? Nos tendría
toda la noche en vela.
DON DÁMASO: ¿Así que el señor de los Impuestos,
eh?
RAMÓN DE R: ¿Así que el Coleccionista, eh?
DON WENCESLAO: Déjenme ya. ¿Acaso olvidan que El Siglo lo tienen
enfrente?
(Inopinadamente, se pone a cantar. Música.)
Mi café El Siglo
es como debe ser.
Aquí el cliete
se toma una copa,
intercambia ideas,
se bebe un vino
si está mohíno
Es mi local un
café de buen ver,
de norma social
y ambiente de paz.
El día es día,
la noche, noche,
Y en las mesas
no hay siluetas
de marquesas
ni sombreros
de duquesas.
Quién lo duda:
Este fin de siglo
halló su café en
mi local El Siglo.
Y mira por dónde
hay que soportar
un cafetín herido
por la adversidad.
Y esa ruina tiene
la desfachatez de
eclipsar al café
signo de sensatez.
¿Qué puede el bar
de la normalidad
ante un delirio sin atar?
De modo que exijo
una explicación
a quien me golpea
con su sinrazón y
mi industria del ocio
hunde en un pozo.
(Cesa la música. Don Wenceslao se encoge de hombros, y farfulla:)
DON WENCESLAO: Ya no podía resistir más la competencia desleal
de El Gato Verde.
RAMÓN DE R: Don Dámaso, no tolere semejante agravio al casino
de los comunicólogos.
DON WENCESLAO: El Gato Verde es leyenda, El Gato Verde es prestigio, El Gato
Verde es historia. Y mi Siglo, ¿qué? Cada vez más humillado
y acumulando traumas, el pobrecillo mío. (Ahoga otro sollozo.)
FLOR DE LIS: Pero si El Gato Verde es sólo un mito.
DON WENCESLAO: ¿Qué es esto? (Recoge un telegrama del suelo y
lo lee:) Prensa mundial se acreditó para cubrir información. sobre
inminente desaparición del más afamado de los cafés literarios.
(A duras penas reprime el llanto y muestra el telegrama.) ¿Y esto qué es?
RAMÓN DE R: ¡Ejem! Antes de cocinero, fui telegrafista y...
DON WENCESLAO: Tanto hiperrealismo por aquí, tanto posmodernismo por
allá. ¿Y mi café, qué, eh? ¿Y mi café,
qué?
(Llora a lágrima viva bajo una música, con los Contertulios cantando y bailando.)
FLOR DE LIS:
Su café, señor, no es
prosa, es otra cosa.
DON WENCESLAO:
¿Otra cosa, eh?
No lo puedo creer.
RAMÓN DE R:
Caballero, su local es el
más alto grado de realidad.
DON WENCESLAO:
Caballero,
¿es un sarcasmo?
DON DÁMASO:
Ea, saque de aquí la realidad
que incordia y está incómoda.
DON WENCESLAO:
Qué buenazos, y yo amasé moral
de competidor y quise adueñarme
de un minino que es un sol.
MARQUESA DE LA H:
¿Mi noche de bodas
la va a reventar un
tabernero sentimental?
DON WENCESLO:
¡Iiih, que malo fui!
MARQUESA DE LA H:
Voy al quiosco de necesidad.
En cuanto me desagüe, habrá
luna de miel en intimidad.
POLLO NOCTURNO:
Amor, haremos el amor
volando en el Concorde.
(Acaba el subrayado coreográfico, y la dama se dirige hacia la escalera de caracol, mientras don Wenceslao hace mutis, lloriqueando.)
DON WENCESLAO: ¡Iiih, qué bonísimos son ustedes. Iiih!
MARQUESA DE LA H: (Retrocediendo.) Ya haré pis en las nubes. (Pausa.)
Pollo, nos espera un atardecer en el malecón.
(Flor de Lis intercepta el paso de la pareja.)
FLOR DE LIS: ¡No, Pollo Nocturno! No te vayas.
POLLO NOCTURNO: Aparta.
(Cae Flor de Lis al suelo entre blandos sollozos, con la cabeza recostada en una silla.)
DON DÁMASO: Esta criatura sufre demasiado. Alguien tendría que hacer algo.
(De sopetón, una luz cenital alumbra a un tipo elegante del Caribe, viste un traje de lino blanco, luce con desenfado un sombrero de paja ladeado sobre una ceja mientras, arrogante, fuma un cohiba.)
DESCONOCIDO: Parejita, vuestra luna de miel es irrealizable.
POLLO NOCTURNO: ¿Y quién la va a boicotear?
DESCONOCIDO: (Con una reverencia.) El Caballero de París, a sus pies.
MARQUESA DE LA H: ¡Falso! En La Habana tal señor es ya humo y ceniza.
CABALLEROS DE PARÍS: Y la marquesa de La Habana ni eso fue.
POLLO NOCTURNO: (Tambaleándose.) ¡Dios mío!
CORO: ¿Otro engaño? Intolerable.
MARQUESA DE LA H: (Mostrando un papelorio.) Vean, Vean el censo de títulos
nobiliarios del Anuario del Gran Mundo.
CORO: No sé, no sé.
MARQUESA DE LA H: Yo jugaba al tute habanero con la marquesa de Aguayo y después
me escoltaban a casa una docena de bellos guajiros a caballo. (Nostálgica.)
Me parece que fue ayer.
CORO: Quién sabe. Quién sabe.
FLOR DE LIS: (Recogiendo en sus brazos a un desvanecido Pollo Nocturno.) Amor,
me tienes a mí.
MARQUESA DE LA H: (Leyendo.) El título del marquesado de La Habana fue
concedido por el Archiduque Carlos de...
CABALLERO DE PARÍS: ¡Bolera!
MARQUESA DE LA H: (Arrugando el documento.) Según consta en el registro
de la nobleza.
CABALLERO DE PARÍS: ¡Engañabobos!
(Con su bastón de petimetre habanero esboza un movimiento de magia y despinta y despeina a la mujer, que ve con asombro cómo se le desprenden piezas de su vestuario.)
RAMÓN DE R: Si es el vivo retrato de ¡Anita Farolas!
CORO: ¿Anita Farolas?
RAMÓN DE R: La cerillera de los bajos fondos.
POLLO NOCTURNO: Yo, ¿emparejado con un ser suburbial? (Se derrumba de
nuevo sobre el regazo de Flor de Lis y descuelga su teléfono de niebla,
mientras ella lo acaricia.) Pagos y atrasos, ¿dígame? Lo siento,
comunican, llame luego.
FLOR DE LIS: Pollo Nocturno, ella es un espejismo. No te merece.
ANITA FAROLAS: En La Habana hubo un vagabundo alucinado y aristócrata,
pero tú no eres ni su sombra.
(Se abalanza sobre él, le da un meneo y desbarata su atuendo, quedando al descubierto su verdadera identidad.)
CORO: ¡El Transformista!
DON DÁMASO: ¿Qué feria de disfraces es ésta?
POLLO NOCTURNO: Flor de Lis, tengo que confesarte un secreto: te amo, aunque
seas una rosa de prostíbulo.
TRANSFORMISTA: Qué disparate. Flor de Lis es la poesía hecha moda,
pero su tienda quebró y necesitaba un millón.
FLOR DE LIS: Pollo, yo también debo confesarte algo: no me debes un millón.
Estabas tan borracho que te extraviaste fuera del huerto.
POLLO NOCTURNO: ¡Oh!
(Se besan, y se oye un teléfono del inconsciente, que comunica. Anita
Farolas suspira, se retoca el vestido y va hacia la puerta; pero le cierra el
paso don Ramón de Ramones.)
RAMÓN DE RAMÓNES: Anita, mírame. ¿No reconoces mi
voz?, ¿mi jeta?, ¿mi aspecto de calavera noctámbulo?
ANITA FAROLAS: Pues...
(Duda, lo examina a fondo.)
RAMÓN DE R: Anita, pequeña.
ANITA FAROLAS: Sí... tienes el aire... de un antiguo admirador.
RAMÓN DE R: Yo te escribía...
ANITA FAROLAS: ¡El sonetista! (Se le quiebra la voz.) ¿Qué
tal la venta de poemas por los cafés?
RAMÓN DE R: Hay crisis, sólo que la poesía es el gran negocio
del corazón. (Suspira.) Mi Anita Farolas, mía para hoy y quizá
para mañana.
(Un silencio, se miran y se funden en un abrazo. Entonces carraspea el Transformista, desbaratando el beso de las parejas.)
TRANSFORMISTA: Bien. Si en El Gato Verde la fiesta de disfraces ha terminado y también los peligros que le amenazaban, ¡venga ese candombe y la conga al son de las maracas!
(Música. Todos bailan. En plena danza, se oye un ruido fortísimo, tiemblan las paredes, oscilan las lámparas de gas. Cesa la música. Flor de Lis sale corriendo bajo un silencio expectante y regresa de la puerta, temblando y con el rostro desencajado.)
FLOR DE LIS: Don Dámaso, esta vez va de veras... han precintado puertas y ventanas y una excavadora está arrasando el café.
(Aumentan los bufidos de la máquina, se agrietan las paredes y caen escombros bajo una gran nube de polvo que envuelve a los Contertulios.)
DON DÁMASO: ¡Bah! El Gato Verde siempre ha sido el puerto feliz de la bohemia que naufraga. (Con voz rota.) Que continúe la velada caribeña.
(Sigue la música y la coreografía se vuelve más exultante, mientras un largo brazo con garras de acero culebrea en dirección a los personajes.)
OSCURIDAD